lunes, 22 de abril de 2024

Menor y mayor

 

Gaziel
Pláticas literarias
Edición e introducción de Francisco Fuster
Fundación Banco Santander. Madrid, 2024.

A Agustí Calvet (1887-1964), que se preparaba sin ganas para profesor de filosofía, el fracaso en unas oposiciones y un afortunado encuentro con Miquel del Sants Oliver, director de La Vanguardia, le convierte en periodista. En los años veinte y primeros treinta, con el pseudónimo de Gaziel, es uno de los grandes de su tiempo. La guerra civil le deja al margen de los dos bandos, pero a su largo exilio interior se deben algunas de sus obras fundamentales, como los tres libros dedicados a la península ibérica o sus lúcidas y doloridas Meditaciones en el desierto, aparecidas ya póstumamente.

            En la “autobiografía de un pseudónimo”, escrita en 1927 a petición de La Gaceta Literaria, podemos leer: “De mi padre, un tal Agustín Calvet, a quien si no fuese por mí nadie conocería, debo decir, francamente, que me parece un pobre hombre. Es catalán y del Ampurdán; esto es, de lo más catalán que pueda darse en el mundo. Pero, a pesar de su profunda catalanidad, de la que está muy satisfecho, siempre ha tenido la manía de rebasar sus límites originarios. España le interesa más que Cataluña, la Península Ibérica más que España, Europa más que la Península Ibérica, y por encima de todo, lo humano de Terencio, la Humanidad”.

            La reedición de los libros de Gaziel, aunque constante en los últimos tiempos, no ha tenido la suerte de los de Chaves Nogales, con quien tanto tiene en común. Chaves Nogales se ha convertido en un clásico y en uno de los mayores representantes de esa España liberal que se niega al enfrentamiento cainita; Gaziel sigue siendo un raro, no demasiado catalanista para unos, demasiado catalán para otros.

            Francisco Fuster reúne ahora un puñado de artículos de crítica literaria y artística publicados en El Sol y La Vanguardia en los años veinte y primeros treinta. Pudieran parecer obra menor, mera curiosidad. El índice, como de manual, ayuda poco a despertar el interés. “Literatura universal” se titula la primera parte y los capítulos: “William Shakespeare”, “Goethe”, “Stendhal”. ¿A qué leer hoy lo que se dijera de la vida y obra de tales autores en un articulo periodístico de hace un siglo?

            Pero esos títulos y esa clasificación no son del autor, sino del editor, que se ha permitido prescindir de los títulos originales, mucho más sugestivos y que no hacen pensar en las entradas de un diccionario enciclopédico. ¿Se ha tomado otras libertades? No lo sabemos, pero nos resulta extraño que Gaziel, en un artículo de 1925, hable de la Primera Guerra Mundial, como si ya supiera entonces que iba a haber una segunda.

            Estas Pláticas literarias –el título del libro sí es el que Gaziel dio al conjunto de sus colaboraciones-- tienen poco que ver con la divulgación cultural o la perecedera reseña de la actualidad bibliográfica. Abundan las notas costumbristas (el primer capítulo habla más de Barcelona que de Shakespeare), las anécdotas autobiográficas, las observaciones poco convencionales sobre los escritores que ha conocido, las ideas brillantes que a veces se condensan en un aforismo.

 A propósito de Joseph de Maistre escribe: “Hay dos clases de polemistas: la vulgar, la de aquellos que, apenas abren la boca, os obligan a volverles la espalda, abrumados de hastío; y la otra, rarísima, de los que os agarran bruscamente a la inteligencia y al corazón, como una fiera enemiga, y os obligan, quieras o no quieras, a luchar con ellos”.

            Gaziel es un polemista de la segunda clase, pero no nos obliga a luchar con él, sino a pensar con él, nos ayuda a ver más claro, a caer en la cuenta de obviedades en las que no habíamos reparado. No importa que no estemos de acuerdo con sus afirmaciones y que sigamos no estándolo después de haberle escuchado. Tampoco lo fallido de alguna de sus profecías. En 1924, duda de cuál será el futuro de las obras de Loti, Barres o Proust. De Anatole France, que acababa de fallecer, no tiene ninguna duda: “es de los rarísimos privilegiados que no solo se libran del infierno, sino que además se zafan del infierno y alcanzan directamente la gloria del paraíso. Su muerte no es una incógnita: es una ascensión”. ¿Y dónde queda hoy esa gloria frente a la de Proust? Ya en 1924, France era un escritor de otro tiempo.

            Sus observaciones sobre Murillo resultan, por lo general, muy atinadas: “Lo que me desazona ante ese célebre pintor no es una falta pictórica. Es una falta de carácter”. Pero de pronto nos sorprende con una salida de pata de banco que muestra a las claras como de ciertos prejuicios, que han durado hasta casi ayer mismo, no se libraban ni las mentes más lúcidas: “Da verdadera rabia imaginar lo que ese afeminado habría sido capaz de pintar de haberse hecho más hombre”.

Aunque desbarre alguna vez, son más las ideas felices: léase lo que dice sobre el teatro de los hermanos Quintero, donde distingue entre la pintura a la acuarela y la pintura al óleo; o sobre la poesía de Josep Carner, que explica por qué ciertos poetas, tenidos por grandes en su país, carecen de interés fuera de él. Los tres artículos reunidos bajo el epígrafe de “Lev Tolstoi”, que no hablan propiamente del escritor, constituyen un espléndido relato ambientado en la Rusia revolucionaria, casi un cruel cuento de hadas.

            Lo que afirma Gaziel de Eduardo Gómez de Baquero podría aplicársele a sí mismo: “Para juzgar de las cosas, las ideas y los hombres, no usaba medidas patentadas. Era ante todo un espíritu libre y su instrumento de juicio no fue un metro convencional; era una luz eterna: la razón humana. Por esto amaba sobre todo el aire indispensable para que esa perenne estrella respire y palpite, que es el aire de la libertad. Se comprende que el liberalismo fuese su única intransigencia, porque para él era tanto como el derecho a la vida y el consiguiente instinto de propia defensa”.

            Pláticas literarias es una obra aparentemente menor de un escritor que no tiene obras menores.

           

5 comentarios:

  1. No lo conocía, pero creo que puede ser interesante.He leído que dijo que quisieron fusilarlo tanto los franquistas como los republicanos.No lo sé. En cualquier caso, gracias por descubrirmelo.

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  2. Parece interesante. Hoy en día la literatuta está demasiado expandida, sin ofender. Creo que no hay tantos lectores que puedan deglutir tantos títulos.

    Un abrazo, y por la literatura.

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  3. A aquéllos que han descubierto a Gaziel con este libro recomiendo vivamente "De Paría a Monastir", que editó no hace mucho Libros del Asteroide

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  4. Carta enviada por Francisco Fuster:
    Estimado José Luis: Acabo de leer tu reseña de mi edición de las pláticas de Gaziel. Lo primero: agradecerte tu lectura. Lo segundo: si los capítulos llevan el nombre de los autores y no el título original de los artículos (que he consignado en una nota al pie, como habrás visto), es porque algunos de esos títulos son muy poco descriptivos del contenido del texto. Siempre pienso en el lector que echa una ojeada rápida al índice y quiere saber, con un simple golpe de vista, de qué va el libro que tiene entre manos.
    Lo tercero: no me he tomado ninguna otra libertad. Te adjunto el artículo original de 1925, para que veas que es el propio Gaziel quien habla de "primera guerra mundial" (en minúsculas).
    Francisco Fuster

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  5. Muchas gracias por tus palabras, Paco, que voy a poner como comentario en mi blog, si no te parece mal, porque esa aclaración interesa a todos los lectores. Sigo creyendo que el título que pone Gaziel, aparte de ser suyo, es más sugerente y adecuado. En muchos casos, le añade el nombre del autor tratado. En el caso en que no lo haga, como en el de Pirandello, puede añadirlo el editor entre corchetes, según costumbre habitual.
    Y en "primera guerra mundial" son importantes las minúsculas: es un nombre común (se trata de la primera guerra considerada mundial). Con mayúsculas, es el nombre propio que recibió la Gran Guerra cuando hubo otra guerra mundial.
    Pero esto son reparos menores. Un acierto editar esos artículos perdidos de Gaziel.

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