Martín López-Vega
Ábrete, sésamo (Poemas nuevos y escogidos 1994-20249
Prólogo de Luis García Montero
Renacimiento. Sevilla, 2025.
Cada edición de un texto
literario constituye propuesta de lectura. Martín López-Vega ha decidido hacer
seguir a su más reciente libro de poemas, Ábrete, sésamo de una
selección de sus poemas en orden inverso al cronológico. No es el único en
invertir el orden habitual: lo hicieron antes, entre otros, Miguel d’Ors y
Aurora Luque. No parece una decisión afortunada. En cualquier caso, habría sido
necesaria una explicación, que no ofrecen ni el autor ni el divagatorio
prologuista. Tampoco parece razonable que los lectores que quieran un saber dónde
acaba el nuevo libro tenga que recurrir al índice porque no hay una portadilla
que lo separe de los poemas ya anteriormente publicados.
¿Detalles menores? Sin duda, pero conviene insistir en
ellos ya que se olvida a menudo que la selección, organización, edición de los
textos literarios es también una labor intelectual que repercute en el efecto
estético del conjunto.
En la poesía de Martín López-Vega hay dos tipos de poemas
que de algún modo chocan entre sí, que parecen escritos por un poeta distintos.
Por un lado, están los que conforman una especie de crónica familiar, tan
impactantes, con su desgarro y su agridulce humor, incluso con sus notas de
costumbrismo; por el otro, los poemas culturalistas y viajeros, los del
estudiante que desde muy joven quiere conocer otras tradiciones, los del adulto
al que su trabajo le lleva a muy distintos y distantes lugares.
El libro de familia de Martín López-Vega tiene su cara y su
cruz, un villano y una figura ejemplar. Así comienza “Poema de género”: “Mi
padre me lo enseñó todo / acerca de cómo no debe ser un hombre. / Mi abuelo me
lo enseñó todo / acerca de cómo eran antes los hombres”. Duele leer algunas de
estas referencias familiares, aún siendo conscientes de que la poesía no es
directa confesión, sentimentalismo primario. El humor ayuda al distanciamiento.
Si “Los recogedores de ocle o bien Carta al padre”, una obra maestra de
cierta manera de entender la literatura, nos encoge el corazón, nos hacen
sonreír en cambio “Mi abuela: poesía completa” o “La Gloria”.
“El correlato objetivo” se titula uno de los poemas en
que se evoca una traumática experiencia familiar –pero ya de la familia creada
por el poeta-- y la manera de tratarlo, explicitada en el título, nos confirma
la creciente maestría del autor.
Pero hay un Martín López-Vega muy distinto, el que se
abre a otros horizontes, a otras culturas. El poema más antiguo del libro, el verleniano
“Café Luxembourg” nos lleva a París; “Gianicolo”, a su estancia en la romana Academia
de España; “Alfama”, uno de los más extensos y ambiciosos, a Álvaro de Campos y
a los días lisboetas.
Abundan
las estampas viajeras en estas páginas, y constituyen buena parte de su encanto.
Es el caso de “Alejandría”, de “Cabo Sunion”, de “Barcos anclados frente al
puerto de Lima” o de “Un columpio sobre el Vilnia”. Los últimos de estos poemas
tienen un tono distinto: son poemas de amor.
Martín López-Vega, que siempre parece haber querido ser
un poeta extranjero (“Adulto extranjero” titula uno de sus poemas), que rehúye
en sus versos el sonsonete de la versificación tradicional, que en algún
momento pareció excesivamente libresco y culturalista, no le teme enfrentarse a
los temas más convencionales. Y el todo que nos queda, su penúltimo
libro, es un libro de amor, de amor con nombre propio, repetido más de una vez
en los poemas. El riesgo de ese aparente dejar de lado la literatura, al menos
en lo que tiene de artificio, es el mero desahogo confesional. Pero al autor --y
a muchos de sus lectores-- le parece que vale la pena correr ese riesgo.
Aparte de los poemas a la familia heredada y a la familia
creada, destacan en López-Vega los que se refieren a los amigos, esa otra
familia, como el titulado “Yendo a casa de Xuan Bello con unas semillas que le
traigo de Portugal”, con su receta de cocina incluida. La amistad fue durante
largos años de errancia el sostén del protagonista de Ábrete, sésamo, que
se llama como el autor y que tanto se le parece (aunque no se pueden confundir
del todo).
La poesía de Martín López-Vega nos narra, en su conjunto,
una trayectoria biográfica: la literatura (y la música y el arte, cuántos
hermosos poemas con trasfondo pictórico) como medio de construir una identidad
y escapar de un entorno hostil, y la victoria final, con la llegada del hijo
que resetea toda la historia del mundo.
Martín López-Vega, como todos los autores que no quieren
limitarse a lo consabido, es un poeta que tantea, que arriesga y que a veces se
equivoca. Pero cuando acierta, y muchos de sus aciertos están en este libro,
consigue poemas de una intensidad y una verdad solo suyas, pero que nos
iluminan y enriquecen a todos.
"Que los lectoreS que quieraN saber dónde acaba el libro tengaN que que..."
ResponderEliminar"Que parecen escritos por un poeTa distinto..."
"Como medio", sin tilde.
Muchas gracias por sus reseñas, aunque sean de autores que no me gusten suelen ser muy ligeras y entretenidas.
Un saludo.
A. Espejo.