jueves, 25 de noviembre de 2010
Martín López-Vega: Amor, viajes y literatura
Martín López-Vega
Adulto extranjero
DVD Ediciones, Barcelona, 2010.
Decía Juan Ramón Jiménez que los poemas de Cernuda parecían traducidos del inglés. “Lo malo es que él no sabe inglés”, añadía. Los poemas de Martín López-Vega no parecen traducidos del inglés, sino del polaco o del esloveno, pero ese alejamiento de la música tradicional del verso español no responde a una limitación, sino que responde a su concepción de la poesía.
“Vas de ciudad en ciudad, / de idioma en idioma, / de amor verdadero en amor verdadero”, escribe en el poema que da título a su último libro. Poesía de la errabundia física y sentimental la suya, poesía en la que alternan humor y patetismo, notas experienciales y elucubraciones más o menos metafísicas.
El humor es asunto delicado, en poesía como en la vida; las elucubraciones trascendentales no lo son menos. “Expongo mis ideas sobre el fin del mundo” titula López-Vega uno de sus poemas. Un grupo de amigos, reunidos en un jardín, beben y filosofan sobre la existencia humana. “Después de la tercera caipirinha” a alguien se le ocurre la siguiente idea genial: “¿Y si encontrásemos / la forma de esterilizar a todos los hombres del planeta, / eliminando así la posibilidad de generaciones futuras, / liberándonos de ese modo de la responsabilidad / de salvaguardar o mejorar para ellos cultura, / tradiciones, medioambiente, etc, / y nos entregásemos a la decadencia definitiva / del Imperio Romano, a gozar sin ninguna clase / de remordimiento? Loca, falo, clítoris, / cacoesis, heces, feto, útero. ¡Rimbaud!”. Pero si dejan de nacer niños, si dejamos de preocuparnos por las generaciones futuras (por el calentamiento global del planeta, etc.), no por eso desaparecerían los remordimientos y así podríamos entregarnos a una orgía perpetua (menuda orgía aquella en que los más jóvenes tienen sesenta años y no pueden ni siquiera pensar en la jubilación sino en atender a los que han cumplido más de ochenta años). Esa etílica idea de acabar el mundo por el suicidio lento de la especie no posibilita convertir la vida en una continua fiesta, sino en todo lo contrario.
No faltará quien diga que no es esta manera de leer un poema, que pretende ser eso, un poema y no un ensayo. Es posible que tenga razón. Como tampoco faltará a quien le parecerá un acierto incluir en un poema de amor versos como los siguientes: “Hay ciudades compartidas y rincones / solo de los dos, pocos, es cierto, pero ahí están, / y luego está tu forma de darle vuelta a todas las cosas, / sin olvidar tu manera de chupármela / como una muñequita manga / ni tu comprensión de todas mis incomprensiones”.
Julián Rodríguez, en la nota de contraportada, escribe que Martín López-Vega es “un doble poeta” que ha ido haciendo su poesía “por dos senderos paralelos”. Como si se avergonzara de su inicial poesía que hablaba de los ritos y los mitos de la infancia, de las melancolías y asombros ante la gozosa variedad del mundo, ha pretendido ser un poeta borrosamente rupturista, ingenuamente metafísico, esforzadamente ajeno a endecasílabos y cernudismos. Uno de sus libros en esa dirección, Extracción de la piedra de la cordura, constituye para Julián Rodríguez –excelente editor y narrador profusamente minimalista— no solo “uno de los mejores libros de su generación”, sino “uno de los poemarios fundamentales del cambio de siglo”. Respetable opinión, que no rebatiré. Me limito a hojear de nuevo ese libro y luego a meditar con escepticismo sobre lo difícil que resulta formular un juicio estético con alguna probabilidad de acierto.
Que Martín López-Vega sigue siendo el poeta verdadero que admiramos desde sus iniciales Travesías lo demuestran media docena de poemas de este libro (exactamente media docena). A “Última lección”, que esquiva con elegancia cualquier incursión en la falacia patética (pero que muchos no podrán leer sin lágrimas), resulta fácil profetizarle una perpetua permanencia en las antologías y en la memoria de los lectores. De las muchas “albadas” –se titulen o no se titulen así— que hay en Adulto extranjero, yo me quedaría con “Piazza della Scala”, uno de los poemas incluidos en “SPQR”, suite amorosa ambientada en escenarios romanos. De la misma serie, también destacaría el poema inicial, “Torre Stefaneschi”.
Martín López-Vega acierta cuando se olvida de que tiene que ser un poeta chocante y distinto, representante de una generación que va más allá de la poesía de la experiencia o de cualquiera de esos tópicos periodísticos o didácticos que algunos confunden con la crítica literaria. Un sobrio y exacto retrato urbano encontramos en “D. F.”, sobre la ciudad de México. Al juanramoniano apunte lírico de “Varnatt i Hagen” –“el último rayo de sol / bebiendo a escondidas en un charco, / como un ciervo dorado, / intocable, / creíble promesa de eternidad”— le sobran quizá el título y el último verso.
Muchos de los poemas más característicos de López-Vega parecen apuntes de diario, parten de una anécdota que muy bien podría ser contada en prosa, mencionan amigos y circunstancias concretas (a veces aclaradas en la nota final). En Adulto extranjero ejemplifican ese tipo de textos “Contra el sentido” (mientras se baña de madrugada con una amiga en un playa de Barcelona les roban la ropa y han de andar desnudos por las calles de la ciudad en busca de una cabina telefónica) o “Mediodía de Ferrara” (visita con un amigo a esa ciudad italiana en la que se siente “por fin en casa, / como si fuese este el puerto que esperábamos / para empezar la vida que querríamos…”). No siempre se consigue convertir la anécdota en categoría (tal vez ni siquiera se pretende), pero siempre se leen con agrado esos versos llenos de pequeños detalles exactos.
Da la impresión de que a Martín López-Vega su intuición poética le lleva por un lado y sus ideas sobre la poesía por otro. Aparte de mayores o menores aciertos, en su poesía hay texturas diferentes. Por eso resulta difícil, si no imposible, aceptar Adulto extranjero en su totalidad. Unos lectores eliminarían la mitad de los textos, otros la otra mitad. Yo me quedo con seis poemas que podrían añadirse a cualquier antología de la poesía española. No es poca cosecha.
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Ayer mismo terminé de leer "Adulto extranjero" y estoy totalmente de acuerdo con la reseña de JLGM. También yo prefiero esa media docena de poemas en los que me encuentro con la poesía más emocionada y sincera de MLV. Dicho esto sin memospreciar las distintas opiniones que otros tengan sobre este libro. Indudablemte, estamos hablando de un gran poeta.
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