Reflexiones y epifonemas
Rafael Barrett
Selección, edición y prólogo de
Cristian David López
Renacimiento. Sevilla, 2014
El azar escribe
derecho con renglones torcidos. Una melodramática sucesión de acontecimientos,
en el Madrid febril de entre dos siglos, hizo que la literatura española
contara con un escritor menos y la literatura latinoamericana con un clásico
más. Rafael Barrett estaba destinado a ser, junto a José Martínez Ruiz o Pio
Baroja, Maeztu o Manuel Bueno, uno de los más destacados nombres de la
generación del 98. Pero un rumor calumnioso y un lance de honor que no pudo
llegar a celebrarse le convirtieron en un paria dentro del medio social
español, le obligaron a emigrar --casi podríamos hablar de exilio, aunque no fuera
por razones políticas-- a América. Ya había entrado en relación, como buena
parte de sus compañeros generacionales, con el pensamiento anarquista, pero en
Argentina, y sobre todo en Paraguay, su pensamiento se radicalizó. Quizá de
haberse quedado en España su evolución habría sido idéntica a la de Martínez
Ruiz, pronto metamorfoseado en el conservador Azorín.
Durante los pocos años que Rafael
Barrett pasó en América (había nacido en 1876, murió en 1910) realizó una
titánica labor que todavía nos asombra. Solo publicó un libro en vida, Moralidades actuales, pero después de su
muerte sus dispersos escritos fueron recopilados en docenas de volúmenes, y es
posible que todavía se puedan encontrar inéditos.
Aunque Moralidades actuales contó con una temprana reedición madrileña, en
1919, y los medios ligados al anarquismo siempre le tuvieron muy presente, el
descubrimiento de Barrett para el lector español no tuvo lugar hasta que
Gregorio Morán publicó su Asombro y
búsqueda de Rafael Barrett (2007), un libro algo estridente y chillón como
todos los suyos, pero que tuvo la virtud de llamar la atención sobre el
escritor.
Que Barrett es un personaje ejemplar
y fascinante, nadie lo duda (Pío Baroja se inspiró en él para crear al
desafortunado dandy Jaime Thierry, en torno al cual gira la acción de Las noches del Buen Retiro); que fue un
ejemplo de intelectual comprometido con los problemas de un tiempo y de un
país, tampoco. ¿Pero sigue siendo un escritor vivo? ¿Es algo más que un
benemérito y desatendido capítulo de la historia de la literatura?
Cristian David López, un escritor
que ha seguido el camino inverso al de Barrett, que ha dejado su Paraguay natal
para abrírse camino en España, demuestra en el breviario Reflexiones y epifonemas que sigue siendo nuestro contemporáneo.
Como en el caso de Mariano José de
Larra, nada han envejecido los artículos de Rafael Barrett; el tiempo ha pasado
por ellos sin dejarles ni una arruga. Los leemos hoy y siguen pareciéndonos un
prodigio de precisión e inteligencia.
La escritura de Barrett tendía a la
concisión del aforismo. Cristian David López ha recogido todos los que publicó
bajo los títulos de "Reflexiones" o "Epifonemas" y les ha
añadido los que se encuentran dispersos por sus artículos. El resultado es un
volumen breve e inagotable, que puede abrirse con provecho por cualquier
página.
Algunas de las anotaciones de
Barrett parecen escritas ahora mismo: "Según los interesados en decirlo,
la crisis económica y política que atravesamos es ilusoria. Prosperamos en
realidad. Somos felices. Si seguimos prosperando así mucho tiempo, no va a
quedar ni rastro de nosotros". Otro ejemplo: "Un ladrón no es más que
un financiero impaciente".
Gusta Barrett de mezclar los
géneros. Muchas de sus denuncias adoptan la forma de un cuento o de una pequeña
pieza dramática. De Reflexiones y
epifonemas se puede extraer una buena colección de microrrelatos. El
titulado "La madre" dice así: "Un grito de angustia suena en
medio de la noche. La madre amorosa despierta sobresaltada. El grito se oye
nuevamente, más débil y más desesperado. No es en casa --balbucea sonriendo. Y
se vuelve a dormir". Más breve aún "La virtud": "Las monjas
del convento criaban gallinas. Pero el gallo resultó tan casto que hubo que
matarlo y traer otro".
Muy actuales resultan estos
aforismos de Barrett, pero no intemporales. No faltan en ellos los elementos
costumbristas ni las circunstanciales referencias a un tiempo concreto (no
olvidemos que se publicaron previamente en la prensa), y eso añade un sabor de
época a su lectura.
Irónico, combativo, acerado Barrett:
"El único delito social es la miseria", "Matarse es una cobardía
a la que pocos se atreven", "Tal es la función de la beneficencia:
conservar los pobres, única manera de conservar los ricos".
Pero no todo en él son
"moralidades", también es capaz de otros tonos y de paradojas
wildeanas: "No importa la ignorancia, si se es inteligente", "La
verdad no se demuestra, se sueña. Solo se demuestra la mentira", "Hay
odios que no son más que amor".
Tras esta breve crestomatía
preparada por Cristian David López resultará más difícil, casi imposible, que
el lector español siga sin colocar a Rafael Barrett en el lugar que le
corresponde, entre los nombres más lúcidos e imprescindibles de la literatura
del siglo XX.
Muchísimas gracias por la reseña, amigo José Luis.
ResponderEliminarCRESTOMARÍA. Monja encargada de matar los gallos castos del convento.
ResponderEliminar“CRESTOMATÍA. (Del gr. χρηστομάθεια). 1. f. Colección de escritos selectos para la enseñanza. (Real Academia Española © Todos los derechos reservados)”.
―De nada, Cristian.
ResponderEliminarExcelente y acertado comentario, al que me permito hacer una sóla observación: el supuesto "descubrimiento" de Barrett por Gregorio Morán. Hablan por si sólos dos comentarios críticos al libro de Morán: El primero es de Guillermo Rendueles, precisamente en La Nueva España: http://archive.today/B8fFA Y el segundo, demoledor, de Francisco Corral en Rebelión: http://www.rebelion.org/noticia.php?id=63063
ResponderEliminar... acaba de salir otro libro de Rafael Barrett, "Y el muerto nadó tres días", prologado por Francisco Corral, gran conocedor de la figura del escritor. Lo edita Libros de Itaca...
ResponderEliminarUn libro a no perderse. Gracias por la noticia.
EliminarJLGM