La imagen de tu vida
Javier Gomá Lanzón
Galaxia Gutemberg.
Barcelona, 2017.
Javier Gomá Lanzón aspira a ocupar en la sociedad española
el puesto que en su día se disputaron Ortega y d’Ors. Con ambos coincide en
ambición, en ingenio y en brillantez expresiva. Es la suya una Filosofía mundana –así se titula el
conjunto de sus “microensayos”, muchos de ellos espléndidos ejemplos de agudeza
y precisión–, una filosofía que no se dirige a especialistas ni trata de
abstrusos problemas ontológicos, sino que procura ofrecer alguna luz a las
inquietudes del hombre y la mujer de hoy, de los ciudadanos de una sociedad
democrática.
Y lo hace
con calidad de página –como los maestro del novecentismo– y con humor, rehuyendo
tanto el patetismo como la solemnidad. La suya es una “literatura bien
educada”, como él mismo indica en “Inconsolable”, el monólogo dramático que
acompaña a los ensayos de La imagen de tu
vida. Ese monólogo –que pronto llegará a los escenarios– basta para
justificar el volumen y para otorgar a Javier Gomá un lugar de excepción entre
los escritores contemporáneos. Escrito poco después de la muerte del padre,
alterna emoción con inteligencia, anécdota con reflexión, y no faltan –a pesar
de la gravedad del tema, o por eso mismo– las adecuadas notas de humor. Una
obra maestra de cuarenta páginas que ningún hijo, ni ningún padre, debería
dejar de leer.
Los ensayos
que lo preceden son otra cosa. Javier Gomá es doctor en Filosofía, doctor en no
sé cuantas cosas, número uno en alguna difícil oposición (Eugenio d’Ors
presumía de no haberse presentado nunca a ninguna oposición), pero su manera de
argumentar está llena de descosidos.
¿Cómo puede
el hombre vencer a la muerte?, se pregunta. Y trata de responder –como en toda
su obra ensayística– desde la racionalidad, no desde la fe, aunque él (lo
indica al pasar en un momento de “Inconsolable”) sea creyente. De dos maneras:
mediante la obra de arte y mediante la imagen de nuestra propia vida que
entregamos a título póstumo a la posteridad.
Dejemos de
un lado la primera cuestión, incuestionable (Velázquez o Picasso, Quevedo o
Unamuno perduran en su obra), y vayamos con la segunda, que es la única que,
según Gomá, está al alcance de todos los mortales. ¿Pero garantiza una vida
ejemplar perdurar en la memoria, sobrevivir en la memoria de los otros? Para
Javier Gomá, sí: en el hombre común, “cabeza responsable y profesional
competente que envejece cumpliendo con su deber sin extravagancias y retorna
cada día a su casa al final de una jornada posiblemente monótona y previsible,
sí, pero útil para la comunidad”, reverberaría la gloria de los antiguos
héroes. Es posible, pero no le garantizaría perdurar en la memoria de los
héroes, al contrario de lo que ocurre con otros personajes, como Hitler, o por
citar un ejemplo que sin duda Gomá conoce bien (es director de la Fundación que
lleva su nombre) el contrabandista y empresario sin demasiados escrúpulos
morales, don Juan March.
Como
paradigma de ejemplaridad se refiere Gomá a Aquiles (ya le dedicó el título
inicial de su tetralogía sobre la ejemplaridad), pero para conseguir la fama
póstuma se puede ser un héroe, como Aquiles, o un Eróstrato, el hombre que para
perdurar en la memoria destruyó una de la maravillas de la antigüedad, el
templo de Diana, y no hay duda de que consiguió su propósito.
Aquiles,
para Homero “el mejor de los aqueos”, personifica para Javier Gomá “la
ejemplaridad perfecta”. Cuesta encontrar esa ejemplaridad, verlo como “el mejor
de los hombres”, como afirma una y otra vez Gomá. Cierto que abandona la
seguridad del gineceo, donde le ha escondido su madre Tetis, para afrontar el
riesgo de la guerra de Troya, una caprichosa guerra de conquista basada en un
pretexto fútil (la historia de Elena), pero es que además deja de luchar en
cuando no esta de acuerdo con el reparto del botín, importándole poco la gloria
de los griegos, y solo vuelve a la batalla para vengar a un amigo. Quizá Héctor
resulte una figura más ejemplar. Para Gomá, Aquiles sigue siendo un ejemplo:
“Quien en nuestros días recorre el camino desde la eternidad a la mortalidad
imita a Ulises y actualiza, en tonos más cotidianos, pero no menos heroicos, la
gesta gloriosa del mejor de los hombres”. Olvida Gomá que, al contrario que
Aquiles, los humanos, para dejar de ser eternos, no tenemos que abandonar
ningún gineceo: ya lo somos de nacimiento. La ejemplaridad de Aquiles –y le ha
dedicado todo un libro– carece de sentido para el hombre contemporáneo: Aquiles
resulta memorable por los versos de Homero, solo por ellos.
La falta de
rigor conceptual del excelente escritor que es Javier Gomá queda especialmente
de relieve en el capítulo que dedica a la ejemplaridad de Cervantes. Su manera
de razonar consiste en enhebrar citas de autoridades que nunca pone en
cuestión. Un ejemplo. Para demostrar su afirmación de que el pensamiento
español se caracteriza, no por “la razón pura germánica”, sino por la creación
de mitos, cita a José Luis Abellán, para quien hemos elaborado “algunos de los
mitos más importantes de la cultura occidental”: los de Santiago Matamoros, el
Cid Campeador, la Celestina, don Juan, el “buen salvaje”, don Quijote, la
España ideal y, sobre todo, el mito de Cristo. Nada tiene que objetar Javier
Gomá a esa enumeración caótica. ¿El mito de Santiago Matamoros es uno de los
más importantes para la civilización occidental? Donald Trump y Marine Lepen
sin duda estarían de acuerdo. Pero nadie aceptaría como tal a una vieja
alcahueta, por valiosa que sea la obra que cuenta su historia. ¿Y la España
ideal? ¿Por qué es más importante que la Francia o la Cataluña ideal? Y la
presunta creación por España del mito de Cristo requeriría una explicación.
Quiso vencer a la muerte aborreciéndolo todo.
ResponderEliminar(María Miranda Taibo)
Por lo que se lee en la entrada, y por los artículos que publicaba en Babelia, la obra de Gomá me recuerda al tipo de libros que publicó en sus últimas décadas Julián Marías: filosofía de temas de interés común basada en argumentos literarios y culturales.
ResponderEliminarHay algo incompatible en su texto, amigo JLGM: los elogios que hace usted de Gomá al principio y la tontería que pretende demostrar nuestro filósofo de periódico (que una vida ejemplar garantice la supervivencia en la memoria del prójimo).
ResponderEliminarLa idea es sencillamente estúpida y usted la desmonta muy bien. ¿Cómo un pensador inteligente puede dedicar un libro a probar semejante tontería? No lo entiendo.
Me cuesta comprender además por qué un creyente pierde el tiempo ocupándose de un problema que sólo concierne a los ateos y que para ellos debería ser absurdo. Sólo a los falsos ateos o a los ateos irracionales puede preocuparles la supervivencia tras la muerte. Para quien piensa que este mundo no tiene sentido, que es fruto del azar, que no tiene finalidad, querer pasar a la posteridad es un deseo pueril, por no decir delirante.
En cuanto a Gomá, a mí lo que he leído de él en los periódicos o visto en Youtube me ha parecido muy mediocre, muy trivial. O comentarios de comentarios de comentarios o perogrullismo insulso.
La supervivencia tras la muerte debería preocupar sobre todo a los ateos, al contrario de lo que usted dice. A los creyentes, que creen que la tienen garantizada, lo único que les preocuparía es si la pasan en el cielo o en el infierno.
EliminarEs humano, muy humano, preocuparse porque nuestras obras nos sobrevivan, porque los descecientes guarden un buen recuerdo de nosotros, por ocupar un buen lugar en la historia (si somos figuras públicas).
El ateo cree que este mundo no tiene sentido y que el destino del hombre, una vez muerto, es convertirse en Nada. Resulta absurdo, pues, preocuparse del destino futuro de una obra que es irrisoria a nivel cósmico, que existe dentro de un mundo sin sentido y abocado a la destrucción.
EliminarEl creyente, por el contrario, espera que su obra, una vez él desaparecido de la Materia, contribuya a la mejora del mundo, a su evolución espiritual, puesto que para él la Creación desemboca en Dios.
Esto es una tontería, con todos los respetos. El ateo no cree que exista Dios, aparte de esto ningún ateo se parece a otro. No ya mi obra, mi vida es irrisoria a nivel cósmico, y no por eso deja de preocuparme. Y mucho.
EliminarTermina aquí el intercambio de pareceres con Paseante. A mí su distinción entre lo que espera el Ateo y el Creyente del futuro de su obra (por ejemplo, de su obra literaria), me parece que le incapacita para el intercambio racional de ideas, al menos conmigo, que tengo otra idea de la lógica y el sentido común. Puedo estar equivocado, por supuesto. Que deje una dirección en la que puedan seguir leyéndole quienes estén interesados en ello.
Sorprendente su reacción.
Eliminar¿Censura usted las ideas que le parecen ilógicas y contrarias al sentido común sobre un tema filosófico como el de la fe y el ateísmo, y ello sin estar muy seguro de tener razón - "Puedo estar equivocado, por supuesto"?
No lo entiendo.
Lo lógico es que usted hubiera dicho que no le interesa continuar la discusión sobre ese tema, lo cual es comprensible.
Pero censurar ideas...
Pues exactamente eso es lo que quería decir: que no me interesa seguir discutiendo con quien se esconde bajo el pseudónimo de Paseante. Estos comentarios son para debatir puntos concretos, no entro en debate de alta filosofía con no se sabe quién.
EliminarQuien se esconde bajo el pseudónimo de Paseante es un compatriota y admirador de Mario Bunge, un gran filósofo que los españoles deberían leer más y que recomiendo muy encarecidamente a todos los lectores de este blog.
EliminarPaseante se pasea. Quien parece esconderse es Sísesabequién.
EliminarFilosofía: una chica demasiado alta para casi todos nosotros.
No he entendido ninguna de sus dos frases, Anónimo.
EliminarEn la segunda ¿quiénes son "casi todos nosotros"?
"... no entro en debate de alta filosofía con no se sabe quién."
EliminarFrente a JLGM, con la primera trataba de ponerme un poco de su parte, Paseante.
¿Quiénes son "casi todos nosotros"? Por alargarla ("alta filosofía") hasta tocar teología, pues eso, casi todos nosotros (don Mario Bunge quizá no).
Y en cuando a su opinión sobre Javier Gomá creo que debería esperar a leer sus libros para hacerla pública (aunque sea en un comentario).
ResponderEliminarY no hay contradicción en mis palabras: en su libro hay un monólogo espléndido y unos ensayos que lo son menos.
Gomá no es un filósofo, sino un profesor de filosofía, como su maestro Ortega, del que tiene hasta ciertos tics lingüísticos ("Sentí en esos días que me reapropiaba de mis circunstancias"... "Resurge un sentido deportivo de la existencia"... "La salvación por la cortesía") y la misma manera de "perogrullear". Un filósofo tiene ideas, un profesor de filosofía explica ideas ajenas. Oír a Gomá hablar de las ideas que expone en sus libros (hay muchas conferencias suyas y entrevistas con él en internet en las que habla de ellas) basta para darse cuenta de que no tiene una sola idea personal, de que lo suyo es explicar su muy limitada visión del mundo de hombre mimado por la vida.
EliminarSu monólogo "Inconsolable", que publicó El Mundo y que puede leerse aquí:
http://rsocial.elmundo.orbyt.es/epaper/xml_epaper/El%20Mundo/24_07_2016/pla_11014_Madrid/xml_arts/art_31680918.xml?SHARE=6C23C0F29C6C4F158F7CA6264B48630576BA619B52934A5D88B02DA3F53A6E2BED53556D8A93AEFD25EC88271249B1764A2AC225AE6EF3330E72009CF9013E18156038652F6060458C86686D61EFC1622B24341318E2D8C3EFCD282C5316080D
no es más que una serie de reflexiones triviales ("somos tiempo", el hombre "es una entidad temporal, en perpetuo devenir", "hay privaciones insoportables que ni tienen ni quieren tener consuelo por respeto a una pérdida vivenciada como un mal absoluto y sin reparación posible. Sobran las palabras ante esa pena indecible. Nada que decir, nada que hacer, salvo abismarse en la inexplicable injusticia del mundo") y muchas de ellas soprendentemente ingenuas (el concepto de ¡¡ "literatura maleducada" !!, la prolija exposición de su sentido del humor - el "chistemalismo"- , el poeta de pueblo que cree merecer el Nobel, el relato de su crisis en el coche yendo al cine: "Esa tarde de viernes, en el coche, fue la de la regresión al reino de lo salvaje, el estallido de un sentimiento bárbaro...") .
Hay en ese texto muchas frases que muestran un nivel filosófico de periódico, por no decir una inmadurez de adolescente. Algunos ejemplos:
"Si, tras milenios de ensayos biológicos fallidos, la naturaleza por fin ha conseguido engendrar esa virguería evolutiva que es el hombre, ¿por qué luego se comporta tan mezquinamente con su obra maestra y la rompe sin clemencia como haría un amo caprichoso y aburrido? Contemplar cómo se destruye esa amada forma individual y se convierte en sólo unos instantes en cadáver [...] nos entristece pero también nos indigna por la horrible injusticia que entraña."
"Estamos subidos a un autobús que avanza a gran velocidad hacia el precipicio. Anticipando la caída, las reacciones de los pasajeros son todas inútiles. Ah. No sólo inútiles, también pobres y estereotipadas, como el previsible surtido de una máquina de tabaco."
"No me duelen prendas en reconocer que no he representado delante de mis hijos el papel de la entereza y la serena resignación ante la desgracia que quizá se esperaba de mí. Al contrario, he llorado, gemido y sollozado desvergonzadamente delante de ellos. No sé si obré como debía. Estaba a la deriva [gran suspiro], me sentía pobre y desvalido, hice lo que buenamente pude"....
"La muerte, en el fondo, es una vulgaridad universal, nadie se salva de ella, ni los mosquitos."
"Empiezo a preocuparme por la imagen futura, la que quedará de mí cuando muera. Y, casi sin darme cuenta, la anticipo mentalmente y me propongo cuidarla y mejorarla… mejorándome."
En cuanto al estilo, mejor no hablar, porque da vergüenza ajena: "Notaba en las primeras semanas que una mano de hierro se introducía en mi pecho, se entretenía en hurgar en él y, tras agarrar el corazón en carne viva, empezara a estrangularlo, duro, duro, con la intención de seguir exprimiéndolo hasta que destilase su último jugo".... "Mis ojos, claro, eran fuentes. La situación me superaba, me aliviaba llorar y no me reprimía. Notaba cómo en un santiamén habían quedado mudas para siempre las brasas de mi adolescencia, como si hubieran vaciado un barreño de agua sobre ellas".... "esa tendencia recurrente al excesivismo"...
EliminarMe decepciona mucho usted cuando dice que ese monólogo, pueril y mal escrito, "basta para justificar el volumen y para otorgar a Javier Gomá un lugar de excepción entre los escritores contemporáneos. [...] Una obra maestra de cuarenta páginas que ningún hijo, ni ningún padre, debería dejar de leer."
Permítame decirle que creo que tiene usted una visión muy literaria de la filosofía. Si quiere usted leer a un filósofo de verdad, con ideas nuevas (su "sistemismo", por ejemplo), con una visión del mundo original, con análisis contundentes sobre las pseudofilosofías (como el existencialismo o la hermenéutica) y los falsos filósofos (tipo Ortega o Heidegger), lea usted a mi compatriota Mario Bunge, que además de verdadero filósofo es un científico (físico).
Todo es opinable; pero pongo aquí (http://antroposmoderno.com/antro-articulo.php?id_articulo=1025) enlace a un artículo donde puede verse que en la propia Argentina, y por parte también de un científico, Bunge es criticado severamente por su dogmatismo. El título del artículo ("Mario Bunge: un charlatán más en el reino de los charlatanes") ya es suficientemente expresivo. A Bunge, por lo que yo he podido ver leyendo cosas suyas, le falta tolerancia con ideas distintas de las suyas, y le sobra trivialidad y arrogancia para pontificar sobre demasiadas cosas.
EliminarComo diría JLGM hay que leer los libros de Bunge a fondo, en lugar de artículos sobre ellos cuando no se sabe nada de él.
EliminarY es normal que los pseudo-filósofos le ataquen, cuando se sabe lo que él dice de ellos.
Cuánto tiempo tiene que perder el Paseante. Qué sabrá él lo a fondo que habrá leído a Bunge el anónimo anterior. Probablemente, tan a fondo (o más) como él a ese Javier Gomá que tan alegremente denigra.
EliminarY esta vez si doy por terminada la "polémica". A un tal Paseante le entusiasma Mario Bunge. Perfecto. No le gusta Javier Gomá. Ya hemos tomado nota. Asunto concluido (esta vez de verdad).
Solo una precisión: Javier Gomá no es profesor de filosofía (creo que nunca lo fue).
ResponderEliminarNada más que añadir. Que los lectores que lo desean lean "Inconsolable" y luego opinen por su cuenta.
Quizás Gomá no haya sido nunca profesor académico, oficial, de filosofía. Pero su labor filosófica consiste en enseñar las ideas filosóficas ajenas en libros, artículos y conferencias. Es más un explicador y comentador de ideas (como Ortega o Julián Marías) que un creador de ideas (como Schopenhauer o Nietzsche, por ejemplo). Eso es lo que quería decir llamándole profesor.
EliminarPues mejor sería entonces llamarle "divulgador". Lo que no es nada malo. Pero Gomá si tiene ideas propias, otra cosa es el valor de esas ideas. Reprocharle a alguien que no es Schopenhauer ni Nietzsche me parece una curiosa forma de hacer el ridículo.
EliminarPues "divulgador", si usted quiere.
EliminarA mí también me parece que es hacer el ridículo reprochar a Gomá que no sea Schopenhauer o Nietzsche. Y no sé quién sería el imbécil que lo haría. Yo lo que he reprochado a Gomá es que no tenga ideas filosóficas propias, nuevas, y he puesto el ejemplo de filósofos que las tuvieron. De la misma manera que cité a Ortega y a Marías como ejemplos de divulgadores de ideas, sin pensar, como es lógico, que Gomá sea de la talla de un Ortega o incluso de un Marías. Lo único que estoy diciendo es que Gomá pertenece más a una clase de filósofos que a otra, no comparando su talento con el de los mejores representantes de la clase a la que no pertenece.
Se trataba de comentar un libro, no de colocar al autor en una clase de filósofos o en otra.
EliminarUfff! Esto del blog es un asunto difícil. Quizá no sea obligatorio entrar al trapo a todos los toreros. Pero eso que ganamos los mirones
ResponderEliminarDEL DONAIRE DE LOS NOMBRES
ResponderEliminar"El primero que se intituló con este nombre [FILÓSOFO] fué Pythágoras, pareciéndole que el nombre de sabio absolutamente era arrogante, presupuesto que ningún hombre sabe tanto que no le falte mucho por saber. Y de allí en adelante todos los profesores de filosofía no se llamaron sofistas, sino filósofos y por donaire dexaron el nombre de sofistas a los que sabían poco y presumían mucho con dotrinas aparentes y falsas." [SEBASTIÁN DE COBARRUVIAS, Tesoro de la Lengua Castellana o Española]
Buscando FILÓSOFO se adelantó "FIGUEROA. Casa ilustríssima en España. Ambrosio de Morales, 3 parte, capítulo 27 de su Historia, refiere que el año de setecientos y noventa y uno, llevando los moros el vergonçoso tributo de las cien donzellas, en tiempo del rey don Bermudo, ciertos cavalleros christianos salieron a ellos, y acometiéndoles les vencieron y se las quitaron. Y acaeció que en aquel campo donde pelearon avía muchas higueras; y por memoria del hecho tomaron por armas las cinco hojas de higueras, y quedaron con el nombre de Figueroas."
Drama en gente? Tal vez no lo sea, pero lo parece.
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