La batalla de los centauros
Juan Antonio González
Iglesias
Libros Canto y
Cuento. Jerez, 2019.
Pocos poetas tan fieles a la tradición clásica como Juan
Antonio González Iglesias, pocos también tan rigurosamente contemporáneos. Su
primer libro, La hermosura del héroe,
comienza con “Olímpica Primera”, una oda al nadador Martín López-Zubero que no
habría desdeñado firmar Píndaro, a quien se cita en los versos iniciales. Su
entrega más reciente, La batalla de los
centauros, incluye otra oda, esta vez a un héroe anónimo (un ciclista que
sube a un tren de cercanías), que recrea la fascinación del mundo clásico por
el cuerpo humano sin incurrir en mimetismo alguno, como si un griego de la
época de Pericles fuera a la vez contemporáneo nuestro.
Poeta
culturalista y culturista, González Iglesias. La biblioteca alterna con el
gimnasio como escenario de sus versos. Abundan en sus poemas las citas, los
homenajes a escritores, pero es también el poeta del canto al cuerpo, al propio
y al de sus camaradas, a la manera de Walt Witman. Esto es mi cuerpo se titula uno de sus libros más significativos:
“Esto es mi cuerpo. Aquí / coinciden el lenguaje y el amor / La suma de los
libros / que he escrito ha dibujado / no mi rostro, sino algo más humilde / mi
cuerpo”.
A los
muchos poemas que tienen por escenario el gimnasio, La batalla de los centauros añade “Colega”: “Lleva toalla y ropa /
interior del ejército de tierra. /Si coincidimos, entrenamos juntos. /
Desconozco su vida, y él, la mía. / Desconozco su nombre. / Nos bastan unos
cuantos monosílabos. / Ni anillos, ni pendientes, ni tatuajes, / ni piercing en
su piel. / Está desnudo cuando está desnudo. / Es mi colega del gimnasio.
Juntos / honramos de la única manera / posible a los antiguos espartanos”.
Biblioteca,
gimnasio y también centros comerciales. En Un
ángulo me basta, otro de sus libros fundamentales, cita González Iglesias
una frase de Ramón Buenaventura: “La poesía más eficaz de todos los tiempos se
está practicando hoy y se llama publicidad”.
Ya en la
“Olímpica Primera” incluía como un verso más un eslogan publicitario: “genuino
sabor americano”. Ahora uno de los poemas del nuevo libro, “Consejos a un joven
cachorro”, termina volviendo del revés “el eslogan de la colonia Hugo: / Don’t innovate. / Imitate”.
En una
plaza principal de Burdeos, recuerda las palabras que allí pronunció Víctor
Hugo hablando de los Estados Unidos de Europa y las de los monarcas franceses
en el atrio de la catedral, pero a ellas prefiere las “del vagabundo, al lado /
del McDonalds, diciéndole esta tarde / a su perro, en voz baja / y con mucho
cuidado: Siéntate”.
A poemas
como “En el tesoro de la catedral” (nos describe, con precisión y belleza, la
catedral de Albi, “vertiginoso baluarte / de Occitania”, y el Mapamundi, uno de
los más antiguos, que en ella se guarda), se contraponen otros como “Veta de
oro en medio de la tierra”, una metafórica veta de oro encontrada en un
ambiente tan prosaico como el Mercadona de Benidorm.
“Canción
para pedir más carril bici” o “Parkour” (“Quedan cuando amanece. Silenciosos
practican / equilibrio de gato sobre la balaustrada. / El verdadero don no es
la musculatura, / sino la voluntad”) se titulan otros poemas, que alternan con
los que mencionan a Horacio, Marguerite Youcernar o Epicuro.
Hay también
sigilosos poemas de amor y un homenaje al poeta Pablo García Baena, uno de sus
maestros, que es una de las más hermosas elegías que se hayan escrito nunca:
“Me gusta imaginar a Dios parecido a ti”.
Desde sus
primeros versos más barrocos, más elaboradamente gongorinos, González Iglesias
ha ido evolucionando hacia una poesía más despojada, menos llamativamente
preciosista, a veces solo un apunte, pero siempre una lección de vida.
No sale de
su mundo González Iglesias con La batalla
de los centauros. No lo necesita. Pocos poetas tan personales y tan capaces
de aunar verdad y belleza, serenidad y asombro, cuerpo y calma.
Ni un zarpazo. Te estás haciendo mayor, JLGM
ResponderEliminarNo, es que ahora me han limitado el espacio en el periódico y no me queda espacio para los reparos. Por eso a vece aparece en el blog la versión corta y la versión larga de una reseña (los reparos se queda en esta: veánse los dos comentarios de las poesías completas de Miguel d'Ors).
ResponderEliminarSi. Lo había olvidado. Me gustaría leer los reparos
ResponderEliminarMejor lea el libro y luego hablamos.
ResponderEliminarPero tiene poemas nuevos ?Porque el de "Consejos....", el del carril, el de Burdeos, ya los conocía.
ResponderEliminarLos poemas que se reúnen en este pequeño volumen en muchos casos ya se anticiparon en revistas.
ResponderEliminarGracias- Lo compraré , aunque los que le comento vienen ya en "Del lado del amor".La verdad es que me gustan mucho. Un saludo.
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