Antonio Machado
Poesías completas
Edición de José Luis García Martín / José María Sánchez y Torreño
Ediciones Ulises. Sevilla, 2024.
422 páginas. 34 euros.
Si
tuviéramos que mencionar solo media docena de poetas de lengua española, uno de
ellos sería Antonio Machado. Hermano de otro poeta excepcional, Manuel Machado,
coetáneo de Unamuno y de la afamada generación del 27, ocupa sin embargo un
lugar aparte.
Su obra no fue extensa, apenas tres
libros de poesía y uno de prosa, aparte de publicaciones menores, como sus
obras de teatro escritas en colaboración, y su vida la de un profesor de
francés en institutos provincianos que solo alcanzó cierto relieve cuando la
guerra civil le colocó al frente de los intelectuales que apoyaban la causa
republicana. Ese hecho –y su muerte en el exilio-- le convirtió en símbolo y en
algo fatigoso estandarte de la oposición al franquismo. Pero nunca fue solo
eso, una especie de santo laico.
También
se le quiso arrumbar, contraponiéndole a Juan Ramón Jiménez, como un poeta de
lenguaje decimonónico frente a las innovaciones de la vanguardia. Antonio
Machado salió siempre indemne de cualquier intento de hacerle a un lado. Incluso del más peligroso de todos, el de la
banalización de su poesía en boca de cantantes y políticos. Algunos de sus
versos se han convertido en proverbios que circulan al margen del autor (“se
hace camino al andar”, “hoy es siempre todavía”), pero la magia y el secreto de
su poesía continúan intactos.
De su poesía y de su prosa mejor, la
del Juan de Mairena, esa colección de “sentencias, donaires, apuntes y
recuerdos de un profesor apócrifo” que puede abrirse por cualquier página sin
que, en ninguna, falte una iluminadora reflexión.
Pocos poetas tan aparentemente
monótonos, tan incansables andarines de su propia órbita, como Antonio Machado;
pocos también tan diversos, no con la versatilidad del juglar, sino con la
verdad del poeta reflexivo con los ojos abiertos al tiempo que le ha tocado
vivir.
Comenzó en la atmósfera decadente de
aquel fin de siglo, el del XIX, que fue el fin de siglo por excelencia, pero
supo pronto apartarse de toda la aparatosa parafernalia de los discípulos de
Rubén Darío –a quien siempre admiró--, para adentrarse en las secretas galerías
del alma y convertir en símbolo de la finitud humana el último sol de la tarde
en las solitarias plazoletas de las ciudades viejas. Es el ciclo de Soledades,
que tuvo una primera entrega en 1903 y que culminaría en 1907, cuando su
vida inicia una nueva etapa (siempre en Machado, como en todo poeta que lo sea
de verdad, y no solo un literato, caminaron a la par vida y obra).
Esa nueva etapa es la de Campos
de Castilla, la del abandono de la bohemia, el descubrimiento del amor y de
las tierras de Soria, que fueron coincidentes. Es la parte de su poesía más
difundida y también, para algunos, aquella en que más se nota la pátina del
tiempo, sobre todo en los poemas de tono regeneracionista o costumbrista. La
primera edición del libro, y la única exenta, es de 1912, pero continúan
añadiéndosele poemas hasta 1917. Se comienza a escribir en Soria, se concluye en
Baeza, a donde se traslada tras la muerte de su mujer, Leonor, y es esa
ausencia la que da un temblor especial a los poemas de la segunda parte del
libro.
Nuevas canciones, de 1924, es
el último volumen exento de Antonio Machado. No faltaron quienes vieron en él
una muestra de cierta decadencia y epigonismo, una incursión en la moda
neopopularista del momento, que para Machado no era ninguna moda, como no lo
era para su hermano Manuel, ya que ambos habían aprendido del padre, Antonio
Machado y Álvarez, el gran folclorista, el valor de la poesía popular.
Pero lo cierto es que a Machado cada
vez le interesaba más la reflexión filosófica y el desdoblamiento en lo que él
llamó “los complementarios” y que pueden ponerse en relación con los
heterónimos pessoanos. Él mismo ironizó sobre esta transformación suya: “Poeta
ayer, hoy triste y pobre / filósofo trasnochado, / tengo en monedas de cobre /
el oro de ayer cambiado”.
Publicadas por primera vez en la
Revista de Occidente en 1926, las reflexiones de Abel Martín sobre
metafísica y poética serían incorporadas a la edición de sus poesías completas
aparecida en 1936, la última que publicó en vida. Podía haber entresacado los
poemas que figuran en ellas –y que están entre sus mejores poemas--, pero
prefirió dejarlos entreverados en la prosa y atribuidos a otros. A finales de los años veinte, volvió la vena
lírica con la aparición de un nuevo amor, el de Guiomar, que algunos tomaron
como una ficción literaria, confusión a la que contribuyó deliberadamente el
propio poeta: “Todo amor es fantasía; / él inventa el año, el día, / la hora y
su melodía; / inventa el amante y, más, / la amada. No prueba nada, / contra el
amor, que la amada / no haya existido jamás”. Solo a partir de 1950, con la
publicación del libro de Concha Espina De Antonio Machado a su grande y
secreto amor, comenzamos a saber la verdadera historia que había detrás de
los versos, su relación con la poeta Pilar de Valderrama.
Luego llegó la guerra, y el poeta
ayudó a la causa en la que creía, con sus versos y su prosa. Es ya el epílogo,
pero acá y allá, entre tantos textos circunstanciales, sigue iluminándonos el
poeta excepcional que no dejó nunca de ser Antonio Machado.
¿Qué aporta esta nueva edición de
sus Poesías completas a las ya numerosas publicadas hasta la fecha?
Trata de ser lo más fiel posible a la voluntad del poeta. La última edición que
publicó en vida, del año 1936, se reproduce con escrupulosa fidelidad,
respetando incluso la disposición tipográfica de los poemas, que no suele
tenerse en cuenta, pero enmendando alguna errata que acostumbra a perpetuarse.
Siguen los poemas escritos durante la guerra, aunque quizá el autor hubiera
dejado fuera alguno de ellos al preparar una nueva edición de sus Poesías
completas. La tercera parte –que puede considerarse como un apéndice-- incluye
los textos que se publicaron en revistas antes de 1936, y que no se incluyeron
en libro, y los que aparecieron en libro, pero luego quedaron fuera de la
edición conjunta. El lector debe tener en cuenta este hecho y no olvidar que el
poeta no les dio su aprobación final.
Sin variantes que perturben la
lectura, sin enfadosas erudiciones, las Poesías completas publicadas por
Ediciones Ulises pretenden acercarse lo más posible a la edición que habría
hecho hoy el propio Antonio Machado.
Sin duda aporta la esencia de un Machado que es inabarcable.
ResponderEliminarGracias por compartir. Un abrazo