Pepa Merlo,
Peces en la tierra.
Antología de mujeres poetas en torno a la Generación del 27,
Fundación José Manuel Lara, Sevilla, 2010.
Las buenas intenciones, en la crítica literaria como en cualquier otra actividad, siempre son de agradecer, pero rara vez resultan suficientes. Pepa Merlo, autora de un libro de relatos y de una recopilación de testimonios femeninos sobre la represión franquista, ha querido solucionar una injusticia con su antología Peces en la tierra. ¿Por qué, cuando se habla de la generación del 27, casi nunca se mencionan mujeres? ¿Por qué, si se mencionan, son casi siempre las mismas?
De esa situación, si hacemos caso a su prólogo, hay un culpable: el franquismo. Durante los años veinte y treinta las mujeres participaban en la actividad literaria a la par que los hombres, publicaban en las mismas revistas, eran tan cosmopolitas como ellos. Luego, tras la guerra, las mujeres del 27 solo interesaron, cuando interesaron, como “mujeres de”: a Concha Méndez, en su exilio mexicano, siempre que la visitaban era para preguntar por Manuel Altolaguirre, que fue su marido, o por Luis Cernuda, que fue su incómodo huésped en la casa de Coyoacán.
Nada menos que ochenta escritoras descubre Pepa Merlo que publicaron libros de poemas en la segunda y tercera década del siglo pasado. De esas ochenta, selecciona veinte para su antología. ¿Las veinte mejores? No, todas aquellas de las que ha podido encontrar su obra. (Extraña que, según indica, deje fuera a Concha Zardoya “por no haber conseguido ninguna edición original de su obra”: abundan en las bibliotecas y en las librerías de Internet).
Pepa Merlo confunde una antología con una especie de arca de Noé en el que salvar a todas las mujeres escritoras de las que ha tenido noticia. Por eso no duda en incluir a una desconocida Esther López Valencia, de la que lo ignora todo, pero que en 1922 publicó un libro de poemas, Escorial, prologado por su padre, otro ilustre desconocido. Los versos de ese libro son de un tópico modernismo: “Góticas princesas de suaves perfiles / de mantos fastuosos, de gestos monjiles, / en campos sembrados de lisis de oro / pasean su tedio con regio decoro”. Versos inanes, pero no tan pintorescos como los de Josefina Bolinaga, quien en 1925 publica Alma rural, una especie de parodia de Gabriel y Galán de involuntaria e irresistible comicidad: “Pus iba diciendo / q’ajuntóse a mí / el mocico Usebio… / ¡Y altonces! ¡Altonces! / ¡Ay, madre! ¡Qué miedo! / Me dio en la cara / así como un beso”.
Se queja Pepa Merlo de que, en los estudios y antologías del 27, o no se mencionan mujeres o se mencionan siempre a las mismas: Concha Méndez, Josefina de la Torre, Rosa Chacel, Ernestina de Champourcín… Nombres menores, en la mayor parte de los casos, pero muy mayores si se las compara con los nombres que se les juntan en esta antología.
Pepa Merlo, por otra parte, no parece que tenga muy claro qué es eso de la generación del 27. Para ella, cualquier escritor que publica por esos años forma parte de la generación. De ahí que comience su antología con Casilda de Antón del Olmet, una escritora que nació en 1871, cuatro años antes que Antonio Machado, y que ya en 1902 había editado un libro que nos informa sobradamente sobre sus intereses intelectuales: El servicio doméstico: memoria sobre la necesidad de fundar una sociedad de señoras para la protección y moralidad de la sirviente, como medio de evitar un contingente a la trata de blancas.
Si en cada párrafo de su prólogo, o de las notas biográficas finales, demuestra Pepa Merlo que no es una especialista en la historia de la literatura, tampoco parece que lo sea en la historia reciente de España. De Rosa Chacel nos cuenta lo siguiente: “Durante los años terribles de la contienda, sirvió como enfermera en Madrid hasta que la ciudad fue tomada, entonces viaja a Barcelona con su hijo y de ahí a Valencia, lugar de esperanza para los republicanos. En 1937 consigue salir de España…”. ¿Ignora Pepa Merlo que Madrid siguió en zona republicana hasta el final de la guerra? Ignora eso y otras cosas, como el momento en que la mujer ejerció por primera vez su derecho al voto, que no fue —según ella indica— “el 31 de mayo de 1931”.
Comparados con estos, ¿qué importan otros errores? Pilar de Valderrama, la Guiomar de Antonio Machado, afirmaba haber nacido en 1892, pero Giancarlo Depretis, editor de su correspondencia con el poeta, descubrió hace años la fecha exacta: 1889.
Censurarle minucias de cuidadoso investigador a una escritora que redacta y razona como Pepa Merlo resultaría excesivo. Así comienza su semblanza de Carmen Conde: “Nació en Cartagena el 15 de agosto de 1907. Para Carmen Conde no fue necesario trasladarse a Madrid, ni viajar por medio mundo para escribir treinta y siete libros”. Pero resulta que Carmen Conde vivió la mayor parte de su vida en Madrid y que viajó tanto o más que cualquier otro escritor de su generación. El final de la nota biográfica tampoco tiene desperdicio: “Carmen Conde, después de una vida prolífica en obras y rica en todos los sentidos, colaboró con Radio Nacional de España en el año 1951…” No se sabe qué admirar más, si considerar que una escritora que muere en 1996 estaba ya en 1951 al final de su vida o la indicación, como dato fundamental, de su colaboración en la radio.
Dirige la colección en que se publica esta precaria antología un excelente poeta y estudioso, Jacobo Cortines, y en su consejo asesor están quienes algo, y mucho, saben de historia y de literatura: Miguel García-Posada, Juan Lamillar, Carlos Pujol, Álvaro Salvador y Andrés Trapiello. Me atrevería a asegurar que ninguno ha leído este libro antes de su publicación. Si es así, merecen un público tirón de orejas (Si lo han leído previamente, no merecen uno, sino dos.)
No todas las escritoras olvidadas, y en esto coinciden con los escritores, están injustamente olvidadas. Claro que si lo que Pepa Merlo quería demostrar con este libro es que, en los años veinte, a la vez que algunas obras maestras, también se publicaron muchos libros mediocres, y menos que mediocres, o que para ser mal poeta no es necesario ser hombre, que eso es algo también al alcance de la mujer, lo ha conseguido plenamente.
jueves, 27 de mayo de 2010
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"La importancia de una persona se mide por los odios que despierta" dice en su blog en conversación con Luis G. Montero, pues según eso, a la antóloga de este libro le espera una gran carrera pues usted a entrado a matar y con tanta pasión lo ha hecho que ha cometido algunos errores, pero ya se sabe que la pasión ciega. Por ejemplo. Concha Zardoya publica en el 46 su primer libro por lo que según los criterios de la antología que parece no haber leído al completo, libros editados hasta el 36, no puede contarse con ella, de todos modos y afortunadamente tenemos la magnífica selección que de ella hizo el sr. Prada. Por otra parte Pilar de Valderrama según cuenta ella en sus memorias nació, como bien señala la antóloga en 1892: "mi nacimiento acaeció en Madrid a finales del año 1892...", lo que denota que el sr. Depretis no leyó las memorias de Pilar de Valderrama, Sí, soy Guiomar, el error estaría en el sr. Depretis. Con respecto a Josefina Bolinaga, comenta una poesía que también se estaba haciendo en el momento y habla no sólo de Gabriel y Galán, sino también de Vicente Medina y Luis Chamizo, desmontando su teoría de que a todo le llama 27, lo que creo que intenta demostrar es que no existían únicamente los del 27, sino que se estaba escribiendo otras cosas y que, en todas, participaban las mujeres. No he podido encontrar en el prólogo el momento en el que se diga que Chacel, Méndez o Champourcin sean poetas menores, pero releeré... Con respecto a Rosa Chacel, es verdad que Madrid fue republicana hasta el 39, pero en el 37 ¿Es cierto o no que Valencia se convirtió en el centro del gobierno republicano, que es allí, por ejemplo, donde se celebra el famoso congreso Internacional de Escritores Antifascistas?.
ResponderEliminarQue el voto femenino fue otorgado legalmente el 1 de octubre de 1931 no creo que lo ignore la autora de este ensayo muy bien documentado, creo más bien y, después de haber hecho una lectura concienzuda del prólogo, que quizás haya un error de redacción o corrección y en lugar de "ejerció por primera vez su derecho al voto", debiera decir "a ser votada" pues el 31 de Mayo de ese año se celebran las elecciones municipales allí donde se había impugnado las votaciones del 12 de abril y para entonces y desde el 8 de mayo la mujer podía ser candidata.
En fin, lo cierto es que lo que usted señala para hundir este libro son nimiedades, algunas erróneas, y deja fuera un trabajo serio que da a conocer voces diferentes, pues usted habla de López Valencia, que también estaba (lo de padre es clara ironía), pero no lo hace de Elisabeth Mulder, Sánchez Saornil, Marina Romero, Margarita Ferreras... etc. No creo que el término feminismo sea acertado para este libro que trata de dar a conocer otros nombres en la historia de la literatura EN TORNO a un grupo y un momento, no Vinculadas a él (unas más y otras menos como la propia autora señala en repetidas ocasiones).
Es un gran libro y un referente. Intentar hundirlo es acallar de nuevo nombres olvidados de la Historia de la Literatura. Pero eso lo dice alguien que se sorprende de que a los errores nimios que usted le achaca a este libro, cometa sus propios errores siendo como todo el mundo sabe que es un "CUIDADOSO INVESTIGADOR". Lo que sí ha ejercido sin lugar a dudas es su gran capacidad de "critico" con su fantástico tono ya conocido por quienes le leemos de "voz del oráculo".
Juan H. Pancheco
Las opiniones son libres. Los datos han de ser refutados con otros datos.
ResponderEliminar1º) En la página 71 de "Peces de colores" se lee: "Veinte nombres que dejan fuera otros muchos. Nombres como María de Madariaga y Alonso, Carolina Valencia, Aurora Rodríguez Alonso, Josefa Pardo de Figueroa, Marina de Castarlenas, Ana Mª Martínez Sagi, Concha Zardoya [...], que, o bien por no haber conseguido ninguna edición original de su obra con la que poder trabajar con garantías o bien por haber encontrado únicamente algún poema perdido en una revista literaria, como es el caso de Andrea Salaberri, han quedado fuera de esta selección".
2ª) Conozco el magnífico libro que Juan Manuel de Prada dedicó a Ana Mº Martínez Sagi, pero no su antología de Concha Zardoya (si existe, agradecería datos bibliográficos).
3ª) En la página 52 de "Cartas a Pilar" (Anaya & Mario Muchnik, Madrid, 1994) se lee: "Le comunico que Dª Pilar de Valderrama nació el 27/09/1889 y falleció el 15/10/1979. El Jefe de la Oficina Municipal. Fdo. Eduardo Álvarez Morán".
Si necesita alguna otra información (no opinión), con gusto se la proporcionaré.
José Luis García Martín
Datos:
ResponderEliminara 1º) P.30 de la introducción: nota 59: "Cito tan solo las publicaciones aparecidas hasta 1936, pues es el periodo que me interesa para este estudio."
a 3º) "Pilar nació en 1892, Madrid..." Jorge Guillén, p. 13 Introducción de Sí, Soy Guiomar. Mismo libro p. 24: "Mi nacimiento acaeció en Madrid a finales de 1892...". ¿sabrá ella mejor el año que nació?
Perdón, quería decir "Peces en la tierra", que es como se titula la antología de Pepa Palomero.
ResponderEliminarJosé Luis García Martín
Bueno, esto ya no tiene sentido... Hemos pasado de las citas de libros, autores y páginas a la mofa, sr. Juan Palomo, es un nivel al que no pienso descender y que francamente, no le pega.
ResponderEliminarPor cierto, no hace falta que suba este comentario, no tiene sentido, deje su última medallita clavada en la red de donde dicen que nada desaparece.
Juan H. Pancheco
No había leído hasta ahora las impacientes anotaciones de "Juan H. Pancheco" y las respuestas de JLGM. Sólo una precisión: cuando el primero cita las palabras de Pilar de Valderrama, "Mi nacimiento acaeció en Madrid a finales de 1892", y apostilla: "¿sabrá ella mejor el año en que nació" para responder, se supone, a la información de GM: "En la página 52 de "Cartas a Pilar" (Anaya & Mario Muchnik, Madrid, 1994) se lee: "Le comunico que Dª Pilar de Valderrama nació el 27/09/1889 y falleció el 15/10/1979. El Jefe de la Oficina Municipal. Fdo. Eduardo Álvarez Morán", ¿no se le ocurre que a veces la gente -especialmente las mujeres, según quiere el tópico- no dice su verdadera edad, y que, ante la discrepancia entre una declaración oficial y una "confesión de parte" no es, en principio, ilógico creer más fiable la primera? (Por cierto, cuando el sr. Juan H. dice que "no piensa descender" a determinado nivel, quizá debería repasar el tono de sus intervenciones, que más parecen propias de una enfurecida discusión de cafetería que de una controversia intelectual razonable. A lo mejor, para llegar al "nivel" que él dice no le haría falta "descender", sino todo lo contrario).
ResponderEliminarAfirma Ud. en su lectura: "Me atrevería a asegurar que ninguno ha leído este libro antes de su publicación. Si es así, merecen un público tirón de orejas (Si lo han leído previamente, no merecen uno, sino dos.)" Me imagino, o me costaría mucho no creelo así, que al menos uno de los integrantes del Consejo Asesor [SIC] de la colección SÍ lo ha debido leer: D. Álvaro Salvador Cofre, actual compañero de la autora de este desaguisado falto del menor criterio filológico. En fín... un ejemplo más de cómo se publica al amparo de Fundaciones y demás... Saludos.
ResponderEliminarMagnífico debate, es lo mejor del verano, lástima que se haya interrumpido, qué pocas ganas hay de seguir con la gresca, sigan, por favor, sigan, es estupendo, no se corten, sigan, sigan, el público está preocupado ante tanto silencio,deseamos saber, queremos saber, sigan enseñándonos, necesitamos aprender de ustedes, aprender datos y principios, criterio y buenos modales, sigan, sigan...
ResponderEliminarComentario 2
ResponderEliminarNo cita otros estudios (los únicos que hay) de Carmen Conde como: María Victoria Martín González, La huella de Murcia en la producción literaria de Carmen Conde Abellán, Cartagena, 2003, Ibidem, La proyección internacional de Carmen Conde: el viaje como pretexto, Cartagena, Ayuntamiento-Patronato Carmen Conde, 2003; Neri-Carmen Sánchez Gil, (2000): Sueños de mujer (La mujer en la obra de Carmen Conde), Murcia, Tip. San Francisco; José Luis Ferris, Carmen Conde. Vida, pasión y verso de una escritora olvidada, Barcelona, Temas de Hoy, 2007; AA.VV., Carmen Conde, voluntad creadora (1907-1996), Ayuntamiento de Cartagena, Consejería de Cultura de la Región de Murcia, Sociedad Estatal de Conmemoraciones Culturales (Catálogo Exposición), 2007; Francisco Henares, Francisco/Caridad Fernández (coord.), Pasión por crear, Cartagena, Aglaya, 2008, Juan Ruipérez Vera, Carmen Conde y el cante minero de Cartagena, el más dramático de España, Cartagena, Aglaya, 2008; Francisco Javier Díez de Revenga/Mariano de Paco (eds.), En un pozo de lumbre: estudios sobre Carmen Conde, Murcia, Fundación Cajamurcia, 2008. Igualmente faltan estudios de otras poetas, como María Cristina Mabrey, Ernestina de Champourcín, poeta de la Generación del 27, en la oculta senda de la tradición poética femenina, Madrid, Torremozas, 2007, o AA.VV. Concha Méndez en su mundo (1898-1986): una mujer moderna, Madrid, Residencia de Estudiantes, 2001. Una antología con pretensiones como esta habría debido ser más pretenciosa en la bibliografía. Por cierto, qué feo queda el sangrado en la primera línea de la entrada bibliografía y no en la segunda, en la parte final de Vidas y obras.
Carmelo Vera
Comentario 1
ResponderEliminarLa verdad es que JLGM tiene cierta bastante razón en sus comentarios. Parece como si la prisa en acabar el encargo de esta antología (necesaria, por supuesto) hubiera impedido contrastar datos, confirmarlos, explicitarlos, comentarlos, y para eso se requiere tiempo y paciencia, no sólo buenas intenciones o afán de descubrimientos. Y digo que hubiera debido contrastarlos porque la antología tiene pretensiones de ser seria y exhaustiva (88 páginas de prólogo lo confirman). Las notas de vidas y obras son bastante inconexas, imprecisas, y no pocas veces pretenden lo sorpresivo. Sobre María Cegarra da algún dato erróneo y otros hubiera debido ponerlos. No nace en 1903, sino en 1899 (además de en el Registro Civil, en alguna página de Internet aparece). Su libro, Cristales míos (1935) no se imprimió en Gráficas Noguera sino en la editorial Levante de la Unión (Murcia), que fundó su hermano Andrés Cegarra sobre 1920. Digamos que fue casi una autoedición. Menciona la Poesía completa de 1987, pero no menciona el segundo libro que publicó, Desvaríos y fórmulas (La Unión, Levante, 1978), por cierto, importantísimo. Ambos, junto con el inédito Cada día conmigo los recoge en la Poesía Completa. Mientras que los poemas que menciona de 1993 de la Fundación Emma Egea de Cartagena no son nuevos, ya habían aparecido en la Poesía completa, y se trata de un pliego de la revista Agua, titulado Papeles de poesía, nº 1 (1993). Parecerán minucias, pero unidas todas son un conjunto. Ya que el prólogo tiene afán de exhaustividad en la bibliografía habría debido mencionar la antología de José María Balcells, Ilimitada voz: (antología de poetas españolas, 1940-2002), Universidad de Cádiz, 2003, entre otras cosas, porque es la primera antología que recoge a María Cegarra. Entre otras cosas no cita un capítulo, importante para estos años sobre la poesía de mujeres, firmado por Roberta Quance (de la que cita otro artículo), «Hago verso, señores…”», en el libro coordinado por Iris M. Zavala, Breve historia feminista de la literatura española (en lengua castellana). Vol. V. La literatura escrita por mujer (Del s. XIX a la actualidad), Barcelona, Anthropos, pp. 185-210, del cual sí cita el volumen IV. Y la cronología está al servicio de la impulsividad de la antóloga, pues en la nota biográfica de Carmen Conde señala que, después de haber dado clase en varios centros desde la postguerra hasta los años 60, expresa: “fundadora de la Universidad Popular de Cartagena”, hecho que se remonta a 1932 (si no me falla la memoria). Podría seguir con las inexactitudes, como que María Cegarra colabora en La Gaceta Literaria (p. 24), pues que yo sepa no colaboró, al menos en la edición facsímil que he consultado (La Gaceta literaria: ibérica, americana, internacional: letras, arte, ciencia, Madrid-Vaduz, Turner-Topos Verlag, 1980), el libro de poemas de Carmen Conde Los poemas de mar menor habría debido escribir Mar Menor pues se trata de un mar concreto y hermoso del sureste de Murcia.
Carmelo Vera
Lo lógico sería que la autora agradeciera todas las referencias, observaciones, sugerencias y recomendaciones que unos y otros, para mal o para bien, con intenciones rectas o torcidas, deslizan en este blog y que tan bien le vendría tener en cuenta para una segunda edición. Eso sería lo lógico en un país lógico con una sociedad literaria lógica. Pero no es así. ¿Alguna vez será así? Me temo que nunca.
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