Jesús Rubio Jiménez y Antonio Deaño Gamallo
Ramón del Valle-Inclán y Josefina Blanco: el pedestal de los sueños.
Prensas Universitarias de Zaragoza, 2011
Ramón del Valle-Inclán, en vida, hizo de su vida una obra de ficción; tras su muerte, la realidad biográfica ha tardado en abrirse camino entre la anécdota apócrifa y el mito, y todavía no lo ha conseguido del todo. Un paso importante fue la publicación, en el 2008, del epistolario contenido en Valle-Inclán inédito, con un inteligente prólogo de Manuel Alberca. En las tertulias de café, en las abundantes entrevistas para revistas y diarios, el escritor se sentía en el escenario, era un personaje; solo en sus cartas privadas se quitaba la máscara, no hacía literatura, aunque seguía siendo muy celoso de su intimidad.
La historia que se cuenta en Ramón del Valle-Inclán y Josefina Blanco: el pedestal de los sueños es una triste historia, aunque no inhabitual: la de un divorcio conflictivo y un amor que se convierte en odio. Jesús Rubio Jiménez, con la colaboración de Antonio Deaño González, cuenta muy bien esa chirriante peripecia, dejando que hablen los documentos inéditos, pero no ofreciéndolos aislados y fuera de su contexto. Su edición de las 35 cartas que guardaba en su archivo Dionisio Gamallo Fierros, y que constituyen la base del libro, resulta ejemplar. Lo que podía haberse quedado en un trabajo erudito de escaso interés se convierte en un apasionante relato protagonizado por una mujer vengativa y despechada, de la que hasta ahora sabíamos muy poco, Josefina Blanco, y en el que juega un importante papel Luis Ruiz Contreras, escritor resentido e intrigante, testigo principal de unos años cruciales de la literatura española. No novelizan ni fantasean los autores –que nos acaban de ofrecer otra muestra de su buen hacer en El camino de las letras, que recoge el epistolario inédito de Rafael Altamira y José Martínez Ruiz con Clarín—, no lo necesitan para conseguir, a base de pequeños detalles exactos, que leamos esta rigurosa investigación como la más apasionante de las novelas.
Josefina Blanco presumía de que a ella debía Valle-Inclán todo lo que había llegado a ser; sin su ayuda no habría pasado de un pintoresco figurón de escasa obra, como el Alejandro Sawa de la realidad o el Max Estrella de la ficción. Por él abandonó su exitosa carrera teatral (aunque nunca llegó a convertirse en una primera figura) para convertirse, no solo en la madre de su abundante prole, sino también en secretaria, amanuense, correctora, administradora. Las estrecheces económicas, y unos patológicos celos, parece que acabaron con su equilibrio mental. No dudaba en escribir a todo el mundo lanzando diatribas contra el “tenorio averiado” de su marido ni tampoco en utilizar a sus hijos como arma arrojadiza contra él. Cada vez más acentuada enemiga de la república, temiendo ser asesinada por los Albertis (así los denomina) en el Madrid de 1936, acepta sin embargo una pensión anual de doce mil pesetas concedida por el gobierno de la zona republicana.
J. Raimundo Bartrés en La ‘nodriza’ de la generación del 98 (Editorial Linosa, Barcelona, 1972) cuenta su relación, hasta el enfado final, con Ruiz Contreras. En la página 68 se encuentra el pasaje que Rubio Jiménez y Deaño González citan de segunda mano, ignorando su procedencia: “Acompáñeme hasta el Majestic. A diario visito a la mujer de Valle-Inclán, Josefina Blanco… La pobre está más loca que una cabra. Se figuraba millonaria porque el gobierno rojo le pasaba una pensión, y la Editorial Sopena le había prometido grandes negocios con las obras de su marido, y todo se ha convertido en agua de borrajas, hasta los billetes ful que cobró”.
Acabada la guerra, Josefina Blanco olvidó todo el odio que había sentido contra su marido y se convirtió en viuda ejemplar y en lo que siempre había querido ser, en la dueña y señora de su obra, de la que procuró sacar todo el rendimiento económico posible. La antigua actriz ahora odiaba el teatro y por eso hizo cuando pudo, hasta inventarse una carta con las últimas voluntades de Valle-Inclán, para que sus obras no se representaran; decía que habían sido escritas solo para ser leídas.
Un Valle-Inclán muy distinto del que quiere el mito sale de estas páginas. No era un bohemio ni un idealista, sino un buen comerciante que trataba de obtener el mayor provecho económico posible –estaba en su derecho— de su trabajo intelectual; para ello, muy a menudo, fue su propio editor. Ningún inconveniente tenía en aceptar favores políticos, ya fueran un pequeño sueldo de funcionario (sin necesidad de acudir al puesto de trabajo), una plaza de catedrático (creada expresamente para él durante la monarquía), el cargo de Conservador del Patrimonio inventado para él por Azaña y Fernando de los Ríos, la dirección de la Academia de España en Roma… Cierto que en todos esos puestos acabó mal, y dejó en muy mal lugar a sus favorecedores; siempre quería imponer su voluntad al margen de las normas establecidas.
Pero el mito continúa. Rubio Jiménez y Deaño González terminan su libro con unas divagaciones sobre el arte y la burguesía que contradicen todo lo que se deduce de su investigación. Resulta que los bandazos de Valle-Inclán y el fracaso final de su matrimonio se deberían solo a “la miserable condición del artista en aquellas décadas”: “El burgués no admira el arte o al artista, sino lo que vale, lo que cuesta. Según sea el precio, así debe ser la mercancía. Ve el producto, pero sobre todo mira la etiqueta. La emoción del burgués reside en la cartera que lleva junto a su corazón”. Tópica palabrería que disuena en una investigación tan rigurosa.
Algunos sitúan a Ramón María del Valle Inclán como uno de los últimos noventayochistas, otros como el más conspicuo de los " modernistas ", en cuanto a su reveladora prosa. Mas lo relevante es que Valle Inclán constituye un apartado por sí mismo de la literatura española e hispánica, con su cabellera y barbas nazarenas, su manquedad a consecuencia de un rasguño infectado, etc
ResponderEliminarEn él se dan obras cumbres de la generación del 98, sonatas modernistas, pose de carlismo aristocrático, veta legendaria y galaica, el invento del esperpento, ...
Valleinclanesco, esperpéntico: Valleinclán es un adelantado castizo español e hispánico a Fellini y lo Felliniano. Lo que es patente es que tenía un ego muy inflado y le encantaban las poses de artista maldito, cuando en realidad también buscó medrar, comerciar con su arte, buscarse la vida con apaños burocráticos y cargos oficiales.
Sr. García Martín le sigo desde la emocionada publicación de " 30 Monedas " y me parece usted un literato- con todo lo que ello conlleva- como la copa de un pino; identificado ya con el paisaje urbano de nuestras ciudades asturianas mayormente. Sin temor a convertirse en un poeta local o una gloria regionalista,será el día próximo de mañana un símbolo troquelado, pues está haciendo usted mucho por la cultura asturiana y española, desde su imborrable gracejo extremeño. Me parece usted un personaje literario per se,uno de los máximos expertos en Pessoa, enigmático, racionalista y esotérico a la vez, siendo en realidad una persona encantadora,amable y educada, aunque un poco maniático y con sus rarezas. Es usted hombre de mérito y logros ya reconocidos por todos y le auguro un futuro brillante de poesía, artículos leídos ávidamente por ex-alumnos y conocidos, viajes memorables, hermosas fotografías,"cafés coloniales y orientales", suplementos culturales, tertulias, amigos. Tiene usted una biografía coherente, interesante, de orígenes muy humildes, campesinos y obreros, y es un ejemplo de hombre cultísimo liberal progresista socializante, avisado, inteligente y sabio, ante todo. Un saludo de verdad, X.
ResponderEliminarTomo nota de este libro que no conocía (y de este blog).
ResponderEliminarUn cordial saludo desde Pasen y lean
Mi abuelo,Ricardo J. Catarineu fué crítico teatral de La correspondencia de España,haciendo famoso y respetado su seudonimo "Caramanchel"
ResponderEliminarPoseo las críticas que realizó de los estrenos
de las obras teatrales de Valle y de casitodos los escritores de la época
Sería interesante publicar una semblanza de Ricardo J. Catarineu (también poeta, según mis noticias), quizá con algún material inédito suyo.
ResponderEliminarNo sé si habrá alguien estudiando al personaje. A mí me gustaría mucho conocer esas reseñas suyas.
JLGM
Ricardo J.Catarineu (Tarragona 1868-Madrid 1915)
ResponderEliminarPoeta,dramaturgo y critico literario.Publicó libros de versos: Versos(1887)Flechazos(1889),Giraldillas(prologo de Clarin),Los forzados, y Madrigales y Elegias. En teatro,entre otras, Venalidad y La sombra. Traductor,con gran exito de crítica y público,de La cena de las burlas y La huelga de los herreros. Obra poetica numerosa en las revistas de la epoca (La ilustracion;Madrid comico,Vida Galante,Blanco y negro,etc.)Seccion fija en La Correspondencia,La vanguardia,La prensa(Buenos Aires) Mundial Magazine(Rubén Darío)y otras
Su abuelo, Ricardo J. Catarineu, fue -además de un crítico literario respetado y temido- un magnífico poeta adscrito finalmente al modernismo, y de los más originales de aquel movimiento. Pero su faceta de crítico literario ocultó, por desgracia, una obra literaria de fuerte personalidad que merecería ser rescatada del olvido absoluto en que se halla. Cansinos habla bastante de él en sus memorias. Yo tengo casi todos sus libros, excelentes. Un cordial saludo.
EliminarSoy un estudiante de letras de la ciudad de Mendoza (Argentina). Buscando información sobre Catarineu he llegado a este blog. LLegué al conocimiento de este poeta investigando sobre cierta composición suya -atribuida falsamente a Darío- titulada "Mundo mundillo". Intentando ahondar en el tema encuentro textos que atribuyen el poema a Catarineu y otros -incluso no muy viejos- que siguen atribuyéndosela al poeta nicaragüense. Cualquier información u orientación bibliográfica -si es que existe algún estudio- me sería de muchísima utilidad. Gracias de antemano. Daniel Arias Fuenzalida
EliminarTambien escribió Silvas (Vigo, 1883)
EliminarJosefina Blanco fue una adelantada en su tiempo. En un Gobierno de Zapatero hubiera sido una extraordinaria ministra de Igualdad. Como mínimo, directora de algún Instituto de la Mujer o responsable del Observatorio de la Violencia del Género del CGPJ. O habría ganado un puesto en la ONU con Bachelet. Sin duda, una feminista de hoy, más que de entonces.
ResponderEliminarNo me cabe la menor duda, sr. Bibiano, de que con las credenciales resumidas en la reseña, la tal Josefina Blanco merecería al menos que su nombre fuese paseado hoy día en su frontispicio por alguna agrupación radical feministoide, a mayor gloria de su preclara, enjundiosa, abultada y estulta mala fe. ¡Qué personaje más desagradable, pardiez!
ResponderEliminarMuchas gracias a Anónimo (26 Abril) por sus elogiosos y (a mi juicio) justos comentarios sobre mi abuelo Ricardo J Catarineu. Efectivamente Cansinos habla mucho de él en sus memorias. Celebro que todavia alguien lo recuerde y lea.Acabo de enviar a Ganso y Pulpo unos extensos datos biograficos que piensan publicar en su pagina web.Aconsejo a los interesados visiten esta pagina. Repito mi gratitud querido Anónimo. Alvaro Catarineu
EliminarApreciado Daniel Arias: efectivamente el poema Mundo mundillo lo publicó mi abuelo Ricardo Catarineu en su libro Giraldillas(1893) .Se le ha atribuido posteriormente a Darío y publicado en sus obras completas (aguilar) hasta la edicion de 1945(prologada por Sainz de Robles). En la edicion posterior (Aguilar 1967) revisada por Oliver,ya no aparece.Mundo mundillo dejando claro que el autor fué mi abuelo- Parece ser (Diez Canedo) que Rubén tenia esta poesia copiada a mano entre sus papeles y a su muerte se le atribuyó la autoría por los recopiladores de su obra- Espero haberle ayudado algo. Le agradezco su interés- Con todo afecto Alvaro Catarineu
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