jueves, 12 de abril de 2012

Leonard Woolf: El viaje, no la meta

Leonard Wolf
La muerte de Virginia
Lumen. Barcelona, 2012

Al último tomo de las memorias de Leonard Woolf, el único traducido al español, los editores le han titulado de La muerte de Virginia, aunque esa muerte ocupe pocas páginas. Son sin embargo las que le dan tensión y emoción. Es posible que el marido de la escritora fuera, como afirma la contraportada, “una de las personalidades más notables de su tiempo”. Pero Virginia Woolf lo fue de su tiempo y de cualquier tiempo. Y son sus propias palabras, ampliamente citadas de los diarios entonces inéditos, lo que más destaca en estos recuerdos.
            A Leonard Woolf le leemos como quien escucha a un agradable, y a ratos tedioso, conversador. Le gusta irse por las ramas. Algún crítico, comentando los tomos anteriores de sus memorias, lo achacó “a la facundia que acompaña a veces a la senilidad”. Él acepta ese reproche e intenta justificarse: “Si uno quiere reproducir fielmente su vida debe tratar de incluir algo de la desordenada discontinuidad que la hace tan absurda, impredecible y soportable”.
            Comienza el libro comparando 1939 con 1914, los preliminares y los comienzos de una guerra mundial con los de la otra. En 1914 nadie fue capaz de imaginar la barbarie que se avecinaba, por eso la marcha hacia el matadero se inició cantando y en traje de gala. En 1939, Francia e Inglaterra sabían de sobra lo que se les venía encima e hicieron todo lo posible por escurrir el bulto, envalentonando así al adversario.
            Tras el suicidio de Virginia, a Leonard Woolf le salvó  “el anestésico más eficaz para el dolor”, el amor al trabajo, que atribuye a su condición judía. De niño le valió burlas: para sus compañeros era “un sucio empollón”. Incluso los profesores le despreciaban: “Un caballero se tomaba en serio el criquet o el rugby, pero no el trabajo”.
            Importa el viaje, no la meta es el título original de estás páginas. Leonard Woolf tiene mucho que contar, pero está de vuelta de todo y no distingue el pormenor trivial y minucioso (la lista de los libros publicados por Hogarth Press) de los pequeños detalles cargados de emoción, como ese bastón de Virginia Woolf que se encuentra cerca del río tres semanas antes de que aparezca su cadáver.

1 comentario:

  1. Puede resultar un poco moroso, pero yo disfruté de lo lindo leyendo los diversos volúmenes (en inglés, lástima que nunca hayan sido traducidos) de la memorias de Leonard Woolf. Recomiendo en especial el primero dedicado a su vida en la colonias. La gente se olvida a menudo de que tuvo una vida propia antes de unirse a Virginia.

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