Luces y reflejos
Poemas originales y traducidos
Esteban Torre
Prólogo de Luis
Alberto de Cuenca
Renacimiento.
Sevilla, 2016.
En pocas antologías de las poesía española contemporánea
figura el nombre de Esteban Torre. No debería, sin embargo, faltar en ninguna.
Pero no con sus poemas originales, aunque ya en su primer libro, de 1954,
recién cumplidos los veinte años, los hay que aúnan emoción y perfección
formal, sino con sus traducciones.
Esteban
Torre sorprendió en 1988 con su versión de los sonetos ingleses de Fernando Pessoa.
Sigue siendo su obra maestra. Es una traducción que no suena a traducción, pero
tampoco a recreación personal. Se conserva el endecasílabo, se mantiene la
rima, pero el soneto inglés (tres cuartetos o serventesios y un pareado) se
convierte en el soneto petrarquista tradicional. Todo el rebuscado ingenio del
original, sus ecos shakesperianos, las continuas antítesis, se encuentra en
ellos sin que nada suene a forzado, sin uno de esos ripios tan inevitables
(pensemos en las traducciones de Ángel Crespo) cuando se traduce con rima: “Ni
al hablar o escribir, ni en la mirada / nos mostramos jamás: nuestra conciencia
/ ni en voz ni en libro puede ser cifrada. / Revelamos tan solo una apariencia”.
Después de
darle voz en español al más difícil Pessoa, Esteban Torre se acercó a los
grandes poetas del simbolismo francés. No importa que hayan sido ya muy
traducidos –incluso por nombres tan notables, y tan atentos a la música del
verso, como Carlos Pujol– , son verdaderamente poemas nuevos, aunque en nada
traicionen al original– “Albatros”, de
Baudelaire, “Arte poética”, deVerlaine, “El durmiente del valle”, de Rimbaud, “El
túmulo de Edgar Poe”, Mallarmé. O “Mujer y gata”, de Verlaine, ese minucia rococó:
“Ella juega con su gata, / y es cosa digna de ver / –mano blanca, blanca pata–
/ el juego al atardecer”.
En La poesía de Grecia y Roma, de 1998,
continúa Esteban Torre sus aciertos como traductor. De los grandes poemas –la Ilíada, la Odisea, las Geórgicas, la
Eneida– selecciona con tino los
fragmentos más líricos o más dramáticos; alterna luego textos muy conocidos –de
Horacio, de Safo, de Catulo– con otros menos frecuentados. Con igual placer
leemos su traducción del “Carpe diem” o del “Nom omnis moriar”, de los que
existen docenas de versiones, que la de otros poemas, como las elegías de
Tibulo, menos frecuentados: “Divertíos: la noche unce ya sus corceles, y
persiguen / al carro maternal con loca danza las doradas estrellas. / Y detrás,
en silencio y embozado con sus lóbregas alas, / el sueño viene: los ensueños
negros, con su paso inseguro”.
Ovidio es otro de los poetas latinos que
Esteban Torre hace propios. Su versión de la “Fábula de Píramo y Tisbe”,
incluida en las Metamorfosis, inagotable
fuente de buena parte de la poesía renacentista y barroca, conserva intactas la
gracia y la emoción de esa trágica historia de amor, la primera versión de
Romeo y Julieta.
Menor
interés tiene su “versión libre y abreviada” del Libro de Job, pero en los “Nuevos poemas traducidos”, publicados
por primera vez en Luces y reflejos,
recopilación de su poesía completa, volvemos a encontrar al Esteban Torre que
en el soneto consigue sus mejores logros. Janus Vitalis escribió un epigrama
latino a Roma que posteriormente serviría de inspiración a muchos otros poetas
y entre ellos a Quevedo, que le debe uno de sus más celebrados sonetos, “Buscas
en Roma a Roma, oh peregrino”. La versión que Esteban Torre hace de los versos
de Vitalis no tiene demasiado que envidiar a la de Quevedo: “Buscas a Roma en
Roma, forastero. / y no encuentras, de Roma, en Roma nada: / viejos muros,
grandeza soterrada / en un foro ruinoso y altanero”.
La relación
que el soneto de Quevedo, incluido en cualquier selección de la mejor poesía
española, mantiene con el poema de Janus
Vitalis es idéntica a la que se da entre las versiones de Torre y los textos
originales; por eso tampoco deberían estar ausentes de las antologías.
Excelentes
son también sus versiones de tres sonetos de Blanco White, uno muy conocido,
“Night and Death”, los otros dos no tanto, aunque no menos memorables.
La poesía
original de Esteban Torre no siempre está a la altura de sus traducciones,
aunque no resulte en absoluto desdeñable. Chirrían a veces sus versos más catequísticos
o de desenfocada sátira política: se queja de los que llaman “castellano” al
español, como si ese nombre tradicional, y todavía bien vivo en América y en
España, fuera un reciente invento de los nacionalistas periféricos para menospreciar
la lengua de todos.
Si la
escritura es siempre reescritura, la creación recreación, Esteban Torre lo
ejemplifica mejor que nadie: cuando le pone voz a textos ajenos, consigue su
mejor voz.
No conocía a Esteban Torre ni como traductor literario ni como poeta. Por haber ejercido la primera profesión y saber los muchos años que cuesta conocer a fondo una lengua incluso cuando se vive en el país y se habla todos los días, siempre me sorprenden mucho los traductores capaces de traducir de varias lenguas a la vez. En este caso del inglés, francés, griego y latín (¿y el hebreo - El libro de Job - ?). De la única que puedo juzgar seriamente, el francés, a priori los 4 versos de Verlaine en español son excelente, salvo que no sé si Torre ha comprendido que "hay gato encerrado" en ese poema: "chatte" significa también el sexo femenino. Se trata, pues, de un poema erótico, como lo confirma la expresión "faire la sucrée" del verso 9 (¿me puede decir cómo lo traduce - o, mejor, citar el poema entero?).
ResponderEliminarEn cualquier caso, apunto el nombre para buscar sus libros.
PS. Acabo de ver que ha borrado usted mis comentarios y sus respuestas a ellos a propósito de lal biografía de Aleixandre. ¿Hay una razón precisa para ello?
1.- Las traducciones de Esteban Torre (bastantes del latín y del griego clásico, lenguas que es difícil practicar "viviendo en el país") son de poemas concretos, algunos con muchas versiones al español (las suyas están entre las mejoers).
Eliminar2.- He borrado sus comentarios (y mis respuestas) porque no añadían nada a la reseña, al contrario que las aportaciones del biógrafo.
JLGM
Gracias por la explicación, Pablo75. Así tiene más gracia.
EliminarGran traductor y, por tanto, gran poeta.
ResponderEliminarYo creo que es más bien al revés.
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