Pedro Salinas, una vida de novela
Monserrat Escartín
Gual
Cátedra. Madrid,
2019.
Pedro Salinas, una
vida de novela está dedicado al doctor Cabrera, “psicólogo clínico”, y
termina mostrando agradecimiento a María Luisa Casals, “médico psiquiatra, por
sus observaciones profesionales”, lo que ya nos pone en la pista de que no
pretende ser una biografía convencional, sino un análisis casi freudiano del
poeta.
Es también
otra cosa, quizá de mayor interés: un pormenorizado estudio de su obra plural,
de la que Monserrat Escartín es una de la principales especialistas (a ella se
debe la reconstrucción del libro Largo
lamento y la publicación de casi un centenar y medio de poemas inéditos).
El
psicologismo de la autora resulta quizá algo simplista: “Es bien sabido que la
familia conforma nuestra personalidad y la imagen que tenemos de nosotros: si
el padre orienta, da reconocimiento o protección física e intelectual; la
madre, seguridad emocional y afectos. Salinas no tuvo ninguno de los dos por su
condición de huérfano y ‘el control materno siempre severo’. Si la educación
recibida marcó su conducta de adulto, fue determinante el exceso de cuidados de
doña Soledad, nacido de sus miedos, que se tradujo en sobreprotección. De ahí
el perfil tímido e inseguro que caracterizó a nuestro personaje junto al temor
a no ser querido, a la enfermedad o a la muerte y el consecuente sentimiento de
culpa con el que se castigó, derivado de un concepto negativo de su persona”.
Pero no
parece que tuviera excesivo sentimiento de culpa, ni siquiera tras el intento
de suicidio de su mujer al enterarse de las relaciones con Katherine Whitmore,
la inspiradora de La voz a ti debida.
Y el temor a no ser querido, a la enfermedad y a la muerte resulta connatural
al ser humano, no necesita se explicado por traumas de infancia.
“Don Pedro
tuvo vocación de ser persona”, comienza una de los capítulos. Curiosa vocación,
por cierto. Su inseguridad, añade la biógrafa, hizo que “dudara tanto de sí
mismo como de su profesión, fluctuando entre sentirse poeta, crítico,
ensayista, profesor, conferenciante, novelista o dramaturgo”. ¿Pero cómo se
puede dudar entre ser profesionalmente profesor o conferenciante, crítico o
ensayista?
Pedro
Salinas fue un gestor cultural durante los años de la República (a él se debe
la creación de la Universidad Internacional de Santander), un admirado profesor
y destacado estudioso de la literatura española, antes y después del exilio. Tuvo
además una vocación creadora, que antes de la guerra se centró principalmente
en la poesía y después se extendió por los más diversos géneros literarios, en
una peculiar grafomanía que compensaba su alejamiento de la realidad española.
Convirtió además un genero menor –la correspondencia epistolar– en un género
mayor: sus colecciones de cartas se encuentran entre lo más atractivo de su
obra.
La
correspondencia con Katherine Reding, luego Whitmore, no es un mero complemento
de los poemas de La voz a ti debida,
sino una auténtica obra literaria de no menor complejidad e interés.
Monserrat
Escartín cita ampliamente cartas del poeta y de las personas más cercanas a él
(su amigo Jorge Guillén, su hijo Jaime Salinas), publicadas o inéditas, para
trazar su perfil psicológico. A veces da demasiado valor a lo que son simples
desahogos o ironías, como cuando Salinas se refiere a la posibilidad de los
echen a Katherine y a él “por malos profesores”. Ingenuamente, Escartín indica
que si a Salinas, “pese a su percepción de cómo se sentía en el aula”, se le
considera un gran profesor es, “en buena medida, gracias al panegírico de sus
alumnos”. ¿Y qué mejor modo de valorar a un profesor?
Al gran
profesor que fue Salinas lo seguimos encontrando en sus escritos sobre
literatura, que nunca se limitan a acumular información erudita, que no han
perdido su capacidad de seducción.
Como poeta,
nunca llegó a superar La voz a ti debida,
ese libro de amor dedicado a una amada que era a la vez real e imaginaria.
“Todo amor es fantasía” escribió Antonio Machado y Katherine Whitmore lo
confirma al no reconocerse en los versos que ella había inspirado.
No importa
que no estemos de acuerdo con la interpretación psicológica que la autora hace
de la obra del poeta (algo gratuita resulta la equiparación, página 422, de la
vida de Salinas con títulos de novelas de Julio Verne). El libro está lleno de
datos y textos inéditos –incluido un poema, quizá el último que escribió– y de
observaciones felices. Toda una enciclopedia saliniana que no deben perderse
sus admiradores.
Todo el artículo (y sobre todo el nivel intelectual de las citas de Monserrat Escartín Gual, particularmente estúpidas) da ganas de huir del libro. Las últimas frases no logran convencernos de lo contrario. ¿Cómo pagar 20 euros por un libro en el que puede leerse la frase "Don Pedro tuvo vocación de ser persona"?
ResponderEliminar¿No hay otro libro (una biografía) sobre Pedro Salinas mejor que ése?
IDEAL
ResponderEliminarDesvanecerse poco a poco,
de puntillas
para no despertar a la muerte
(y resplandecer en la memoria,
y que la parentela sea
una nota al pie).
SEGUIDILLA
EliminarHay en la corte un salón
para mirar.
Yo prefiero el cafetín
del comercial.
ORACIÓN ANTES DE LA BATALLA
EliminarGracias, Señor, por aceptarme en tus filas,
el ejército de siervos que inclinan la cabeza.
Revestida con la armadura invisible de lo bajo
me enfrento ahora a las altas huestes.
Me atacan con dobleces, lujurias, desprecios
[burlas...
de cada herida brota una rosa que te ofrezco.
Perfuma mi cuerpo entero con tu sangre,
que fecunde la tierra extraña en el combate.
ANTE EL TRIUNFO DE BACO
Eliminar¿Qué mejor prueba de la existencia de Dios
que la embriaguez de mundo de los borrachos?
AMISTAD
EliminarHablo con un libro, y mi amigo habla mucho.
Estimado José Luis García Martín. Suelo leer sus reseñas con mucho interés. Aprovecho este breve comentario para invitarle a que lea la que he escrito sobre el mismo libro de la catedrática Monserrat Escartín. La dirección es http://dontejoquidelapanza.blogspot.com/
ResponderEliminarMuchas gracias por su atención.
Muchas gracias por la indicación, Julián.
EliminarEn más de una ocasión, el corrector automático convierte a Montserrat Escartín en Montserrat "Escarpín", que es un tipo de calzado. Sé que no hay ironía en ese arrastrar por los suelos el apellido, pero estaría bien corregirlo.
ResponderEliminarLos escarpines no arrastran, Jose. Abrigan y dan esplendor.
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