César
González-Ruano en blanco y negro
Marino Gómez-Santos
Renacimiento.
Sevilla, 2020.
De César González-Ruano, quizá el más conocido de los
escritores de su tiempo, nos interesa menos su literatura, con ser esta nada
desdeñable, que el personaje. A la manera de sus émulos Camilo José Cela y
Francisco Umbral –y en la estela del gran maestro, Salvador Dalí-- cultivaba el
escándalo como la más rentable forma de autopropaganda en la hipócrita sociedad
franquista. Ningún escrúpulo moral le detenía ante la posibilidad de hacer
caja, aunque luego despilfarrara –hablo de González-Ruano, no de los otros-- en
un día lo que había conseguido el día anterior.
En las
distancias cortas del periodismo, González-Ruano, que no acababa de dar la
talla en la novela o en la poesía, carecía de rival. También en los escritos
autobiográficos o en los retratos al minuto de los escritores con los que había
convivido o simplemente conocido de refilón. Era maestro en el arte, inventado
por Juan Ramón, de la caricatura lírica y feroz.
Marino
Gómez-Santos, otro escritor que es también un personaje, nada más llegar a
Madrid dispuesto a abrirse camino en el mundo literario –su primera parada fue,
como no podía ser de otra manera, el café Gijón--, se convirtió en el discípulo
predilecto de César González-Ruano. La amistad terminó, por esos malentendidos
y rivalidades propios entre escritores, a finales de los cincuenta. Ahora,
cumplidos o a punto de cumplir sus noventa años, Gómez-Santos le rinde un homenaje que algo tiene de
ajuste de cuentas.
El libro se
basa en varias fuentes: las muchas páginas que anteriormente le dedicó, como no
podía ser de otra manera (en especial la entrevista, de 1957, recopilada en Españoles
en órbita: la versión rosa de lo que ahora nos cuenta en blanco y negro);
los recuerdos de la mujer del escritor, Esperanza Ruiz-Crespo, y de su primera
hija, con las que Gómez-Santos tuvo trato; diversos epistolarios, hasta ahora
inéditos, el más importante de los cuáles es el intercambiado con Gregorio
Marañón.
Deja fuera
Gómez-Santos lo que más nos interesa hoy de la vida de González-Ruano, el
agujero negro de su biografía: “No trataré de investigar su vida en París, por
falta de pruebas y para no incurrir en los despropósitos de aquellos que lo han
intentado sin lograr más que vanas divagaciones”.
En el París ocupado,
González-Ruano traficó en el mercado negro (llegaría a ser detenido por la
Gestapo), se aprovechó de la situación
vulnerable de los judíos y hasta es posible que se dedicara a denunciar a los
que antes había saqueado. Un libro de Rosa Sala Rose y Placid García-Planas, El
marqués y la esvástica, se ocupa de estas cuestiones que a Gómez-Santos no
parecen preocuparle demasiado. También se alude de pasada a ciertos negocios
del escritor en la España franquista, como los permisos que se le concedían
para la importación de coches extranjeros, que luego de inmediato revendía, y
que le sirvieron para mantener el palacio que le regalaron en Cuenca para que
promocionara la ciudad.
Marino
Gómez-Santos prefiere centrarse en otras cuestiones, como las referidas a la
vida sexual del personaje (insinúa que era menos don Juan que voyerista Onán,
al menos en sus últimos años), o a sus trapacerías de escritor.
Aunque algo
descacharrado y necesitado de una revisión, el libro de Gómez-Santos se lee con el mismo gusto y
provecho que una buena novela picaresca. Cierto que algunas de las anécdotas de
la vida bohemia que nos cuenta son un poco de aluvión y circulan por ahí
atribuidas a diversos personajes. La que se cuenta en las páginas 38-40, por
ejemplo, atribuida a Manuel Bueno en otros lugares aparece protagonizada por
Gómez-Carrillo, otro periodista brillante y sin escrúpulos.
En varios
capítulos se refiere Gómez-Santos a las entrevistas de González-Ruano, que
fueron el modelo de las que a él pronto le harían famoso. Reunió las primeras
en Caras, caretas y carotas, un libro de 1930, y las últimas en Las
palabras quedan, de 1957. Gómez-Santos parece haber olvidado la existencia
de este último volumen, ya que no lo menciona ni una sola vez y en cambio
escribe: “No alcanzó a pensar entonces, aunque tenía muy desarrollado el
instinto para obtener el mayor fruto posible de cuando escribía, la posibilidad
de publicar una antología de los retratos literarios, extraídos de sus
‘Conversaciones’ de Arriba, todos muy afortunados”.
A algunas
de esas entrevistas, realizadas entre 1952 y 1955, le acompañó Gómez-Santos
como escudero o aprendiz y ahora, tantos años después, aprovecha para
desvelarnos algunos secretos de taller: la entrevista con Gregory Peck, a quien
apenas pudieron saludar en el hotel Fénix, es totalmente inventada (y no por
eso deja de ser una excelente entrevista).
El libro
termina con la paradoja de que fuera un antiguo futbolista, Miguel Pardeza,
quien le rescatara del olvida y recopilara en monumentales volúmenes, gracias a
la fundación Mapfre, todos los artículos dispersos del escritor. El último
capítulo de esa historia póstuma, la damnatio memoriae, el borrado de su
nombre de una fundación, un premio y una calle no parece haber llegado al
conocimiento de Gómez-Santos.
Se ha
borrado de muchos lugares el nombre de González-Ruano, pero no se le puede
borrar de la historia de la literatura, en la que ocupa un sitio cierto y
mayor, aunque sea en un género tradicionalmente considerado menor.
Ajuste de
cuentas con quien fue su maestro, y a quien pronto creyó superar (y quizá
superó en el arte de la entrevista extensa y bien argumentada y documentada, un
arte en el que Gómez-Santos carece de rival), este libro tiene también mucho de
autorretrato. La imagen final que nos deja de González-Ruano se resume en un
verso de Antonio Machado: “tal un imán que al atraer repele”. Y viceversa.
Interesante de veras; gracias. Un par de detalles mínimos. 1) "detenido CON la Gestapo" será, supongo, "detenido POR la Gestapo". 2) "Mafre" es Mapfre.
ResponderEliminarPerdona, pero "Mafre" está castellanizado ;-)
EliminarNunca he visto en un artículo más apellidos con guión:
ResponderEliminarCésar González-Ruano
Marino Gómez-Santos
Camilo José-Cela (en este caso mal puesto)
Esperanza Ruiz-Crespo
Placid García-Planas
Gómez-Carrillo
"Ahora, cumplidos sus noventa años, Gómez-Santos". Eso no es cierto, puesto que los cumplirá el 28 de octubre.
Errata: rescatara del olvida
Repeticiones:
que nos cuenta... La que se cuenta
el borrado [la supresión, eliminación] de su nombre... Se ha borrado de muchos lugares el nombre
Qué atento buscador de erratas, qué aplicado corrector de estilo. Muchas gracias.
EliminarPermítame un detalle, don Baltasar: si eliminamos la tilde del sustantivo 'guion' (palabra hoy considerada como monosílaba; antaño, bisílaba), mucho mejor. Gracias.
Eliminar"Marino Gómez-Santos prefiere centrarse en otras cuestiones, como las referidas a la vida sexual del personaje (insinúa que era menos don Juan que voyerista Onán, al menos en sus últimos años)..."
ResponderEliminarCuando se leen con atención sus Memorias y sobre todo su Diario (que por cierto se puede comprar, nuevo, por 10 € en Amazon, a pesar de ser un tocho de más de 1100 páginas), es bastante claro (para quien sabe leer entre líneas) que González-Ruano era sexualmente lo que antes se llamaba "un perverso". De lo que cuenta se puede deducir que era masoquista y que practicó el SM (sobre todo en los años 30). Y más tarde, con su mujer (que era muy especial también) organizaba trios, en los que mientras un joven hacía el amor con su mujer él practicaba "el pecado de Onán" y al final el simple "voyeurismo", porque acabó impotente (fumaba y bebía demasiado).
Lo sorprendente en su caso es que todo eso lo da a entender bastante claramente en dos libros que se publicaron en la España franquista de 1951 (Diario íntimo) y de 1953 (Mi medio siglo se confiesa a medias), imagino que porque la censura feroz de la época en su caso ni siquiera leyó los libros, siendo los de un amigo (Ruano conocía a todo el mundo en el Madrid político y literario de entonces, incluidos a los censores).
Leer entre líneas no es un arte que esté al alcance de cualquiera.
EliminarPues sí parece seguidor de Dalí.
EliminarPara los lectores de JLGM:
ResponderEliminarEnrique García-Máiquez
Pobres placeres repetidos
Hay muchos José Luis García Martín, que él, para más inri, juega a multiplicar en el caleidoscopio de las traducciones de ida y vuelta y en sus citas con fantasmas...
http://egmaiquez.blogspot.com/2020/09/pobres-placeres-repetidos.html
Ser tonto y trabajar: esa es la felicidad.
EliminarPensar es hablar con Dios.
EliminarNo he leído a este autor, pero gracias a esta cara y cruz empiezo a hacerlo. Por poemas que hay en Youtube. Lo primero que sospecho es que más que un imán que repele es como un rayo que "en su seno allega niebla y veneno pero que depura la atmósfera". Me refiero a lo que se dice aquí de que era depravado sexual y demás (niebla y veneno) y cómo
ResponderEliminarescribía.
Es más interesante su prosa que su poesía, Jesús. Y lo de depravado sexual es una tontería (entre adultos, y con consentimiento, cada uno vive su sexualidad a su manera). Lo que le hace deleznable son sus trapicheos en el París nazi y en el franquismos, en el primero sus negocios a costa de los judíos.
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