jueves, 30 de septiembre de 2021

Se ha escrito un crimen

 

La valija del suicida
Eduardo Jorge Bosco en situación
Jesús Rubio Jiménez
Éditions Orbis Tertius. Binges, 2021.

El 30 de diciembre de 1943 se suicidó el poeta argentino Eduardo Jorge Bosco. Tenía treinta años, apenas había publicado, pero ya era considerado un maestro por los poetas jóvenes de su generación. En 1952, se publicaron sus obras en dos tomos y desde entonces es tenido por una de las figuras más destacadas de su generación, la del cuarenta, a la que pertenecen figuras como Olga Orozco.

            ¿Se suicidó? Investigando en el archivo de Daniel Devoto, amigo y editor del poeta, Jesús Rubio Jiménez ha encontrado documentación inédita que aparece apuntar a la tesis del asesinato, un asesinato en el que estarían involucradas figuras notables de la literatura argentina, muy especialmente Oliverio Girondo.

            El resultado de sus investigaciones los ha reunido Rubio Jiménez, junto con una antología de Eduardo Jorge Bosco, en el volumen La valija del suicida, que se lee como una novela policíaca sin ficción, pero también sin las certezas –quién, cómo y por qué—que suele aportar la clásica ficción policial a la que tan aficionado era Jorge Luis Borges, otro de los personajes de esta historia.

            La familia del presunto suicida quiso cerrar pronto el caso y no que no se investigara a fondo. “Se va a arrepentir. Déjenos proceder”, le dijo el comisario Armani al cuñado del poeta. “El resultado de la autopsia ha sido claro: muerte por ahogamiento”, dijo este. “No importa, hay métodos para arreglar esas cosas. Si inmediatamente después del deceso, se sumerge el cadáver en una bañadera con agua, el aspecto total es el de muerte por asfixia. No se olvide que esa gente lee y escribe muchas novelas policiales”, le respondió el comisario, que parece un personaje de Ricardo Piglia.

            Los documentos que rescata Jesús Rubio Jiménez son una larga carta de Josefa Emilia Sabor, que fue novia del poeta entre 1939 y 1942, y varios fragmentos inéditos del diario de Daniel Devoto, profesor, investigador literario y músico., que se casó con una hija de Valle-Inclán (la subasta de su prodigiosa biblioteca, no hace muchos años, supuso todo un acontecimiento).

            En torno a 1948, coincidiendo con la visita de Juan Ramón Jiménez a Argentina, Daniel Devoto quiso aclarar los puntos oscuros de la personalidad y del fallecimiento de Eduardo Jorge Bosco. Luego pareció desistir de su intento o darlo por imposible y ahora esos papeles –tan oportunamente rescatados-- son como una novela en busca de autor.

            El 30 de diciembre de 1943, a las seis de la tarde, Josefina Sabor, que había seguido siendo amiga del poeta después de romper el noviazgo, le llamó por teléfono. “Si llamas cinco minutos después, no me encuentras. Tengo que hacer y me voy apresurado”, le respondió. Quedaron en que volverían a hablar el domingo.

A las once y media de esa noche, Oliverio Girondo, convaleciente de una operación, llamaba al padre del poeta para decirle que este acababa de suicidarse tirándose al río desde el puente hidráulico de la calle Cangallo. ¿Cómo lo sabía? El propio poeta se lo habría anunciado, media hora antes, en una llamada telefónica. Los hechos no cuadraban desde el principio: alguien llama para indicar que se va a suicidar y, en lugar de tratar de impedírselo, el que recibe la llamada espera a que tenga tiempo de hacerlo y luego, sin comprobar el hecho, avisa a sus familiares.

            Eduardo Jorge Bosque, tras romper con Josefina Sabor, inicia una nueva relación con Haydée Lange, hermana de la mujer de Girondo, Norah Lange. Ambas hermanas forman parte de la larga serie de amores imposibles de Jorge Luis Borges. Haydée era bastantes años mayor que Eduardo Jorge Bosco y tenía cierta fama de mujer fatal (dos de sus anteriores amantes se habían suicidado). El 30 de diciembre, Bosco le pidió a su padre treinta mil pesos para casarse con Haydée. Este se los negó y el poeta abandonó  el hogar familiar con una pequeña maleta. Llegó a la casa de su novia y allí, de mal humor sin duda por el fracaso de la gestión con el padre, le hizo “una escandalosa escena de celos a Haydée, cosa habitual en él, pues, según palabras de Norah, vivía obsesionado por el pasado de aquella”. Y en este momento entra en escena el autor Los conjurados y del poema “Haydée Lange” (“Las naves de alto bordo, las azules / espadas que partieron de Noruega, / de tu Noruega y depredaron mares / y dejaron al tiempo y a sus días / los epitafios de las piedras rúnicas…). Sigamos leyendo la carta de Josefina Sabor: “El motivo de sus celos era, en los últimos tiempos, Borges, cosa que por sí sola hablaba a las claras de la falta de sentido de tales acusaciones- Últimamente había llegado a permanecer escondido, después que se retiraba de la casa de Haydée, en la plaza Lavalle, y desde allí vigilaba hasta altas horas y como una noche la había visto salir con Borges después de que había transcurrido un rato, al día siguiente había dado una de sus habituales escenas”.

            La escena de celos del día 30 de diciembre fue especialmente violenta. Hubo importantes destrozos en la casa de Haydée y ella misma resultó herida. A las nueve abandonó la casa, a las once llamó a Girondo para anunciar su suicidio, a las once y media llamó este al padre para indicarle que el suicidio se había consumado.

El cuerpo se encontró varios días después.  La maleta –la valija del suicida—tardó más en aparecer. La madre del poeta insistió a Girondo y a Haydée en que se la devolvieran, pero estos dijeron que el poeta se la había llevado. Por fin, reconocieron que no la tenían, pero sabían dónde estaba.

            Alguien intervino para que aquel suicidio que tenía todas las apariencia de encubrir burdamente un crimen, quizá un homicidio involuntario, se aceptara como tal sin mayores averiguaciones. A fin de cuentas, Eduardo Jorge Bosco era un personaje autodestructivo (Daniel Devoto tenía con él una relación de amor-odio a la que vuelve una y otra vez en los escritos ahora rescatados) que todos sabían que iba a acabar mal. Mejor que acabara mal él solo y no arrastrando con él a una poderosa familia de la oligarquía argentina.

            ¿Y cómo son los versos de ese desdichado poeta? ¿Han resistido el paso del tiempo? La breve antología que acompaña a este enigma nos permite intuir que era un poeta verdadero, culto y popular (estaba fascinado con la figura de Ascasubi y la poesía gauchesca), pero que su prematura muerte le impidió alcanzar el lugar cimero al que parecía estar destinado.



2 comentarios:

  1. Siniestra historia. Habrá que leer al poeta.
    Gracias por la información.
    Victor Menéndez

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  2. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

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