Tiempo de paz y de
memoria
(Treinta poemas
comentados)
Edición de Remedios
Sánchez
Hiperión. Madrid,
2021.
Como en el fútbol, también en la literatura hay una primera
división, una segunda y una tercera. En el libro-homenaje a Mariluz Escribano
Pueo, Tiempo de paz y de memoria (Treinta poemas comentados), participan
como invitados algunos jugadores de primera fila –Gamoneda, Colinas, García
Montero, Luis Alberto de Cuenca--, pero los críticos que llevan el peso del
volumen, comenzando por la editora, Remedios Sánchez, son de segunda división,
si no de tercera regional.
Mariluz
Escribano Pueo (1935-2019) fue una figura importante en la vida cultural
granadina del último medio siglo. Se dedicó a la enseñanza, colaboró en la
prensa, dirigió la revista EntreRíos, publicó libros de artículos,
memorias de infancia, poesía. Su padre, que dirigía la Escuela Normal de Granada,
fue fusilado poco después de García Lorca; su madre, maestra, desterrada a
Palencia. Una figura ejemplar, una poeta no desdeñable, se lee con emoción y
agrado, pero también algo convencional y de retórica consabida, una poeta en la
que la emoción suele provenir más de la anécdota que hay detrás del poema –y
así lo subrayan la mayoría de los comentaristas-- que del poema mismo.
Para la editora, Remedios
Sánchez, profesora en la Universidad de Granada, el poco eco que tuvieron las
tres primeras publicaciones de Mariluz Escribano, aparecidas entre 1991 y 1995,
se debió a su condición de mujer. Concluye su estudio preliminar con este
reivindicativo párrafo: “Ya he dicho que nunca fue Mariluz una persona
manejable o de hacer el rendez vous al cabecilla de turno como otras
personas de su generación que supieron ser arcilla en manos de quienes tenían
el poder momentáneo. Hablar del té de las cinco con sus galletas inglesa, hacer
juegos de palabras, hacer del culturalista o vulgarizar el lenguaje para épater
le bourgeois resultaba superior a sus fuerzas, su dignidad se lo
impedía”. ¿De dónde habrá sacado
Remedios Sánchez que en los años noventa había que hablar del “té de las cinco
con sus galletas inglesas” para que los críticos te hicieran caso?
Todo el estudio
preliminar está lleno de afirmaciones así, muchas de ellas torpemente
redactadas y dudosamente inteligibles: “Si de los últimos cuarenta años,
pongamos por caso, existieran un par de poetas ya canonizados desde el punto de
vista sincrónico, que patrocinaran a quienes desarrolla algún tipo de subprosa
(la denominación es de Rivero Taravillo, no mía) y se antologara hasta la
saciedad a estos/as dos poetas junto a esa subprosa, es evidente que lo que
quedaría para quien construya el canon diacrónico, el que consagra por decirlo
así, serían los dos autores que siguen los preceptos de la tradición buscando
adaptarlos a este tiempo espacio-concreto, porque el público lector no es tan
tonto como algunos suponen y acaba por separar el grano de la paja”.
Así redacta,
así razona esta estudiosa de la poesía, que cree que el canon poético es obra de
unos críticos que deciden lo que hay que escribir en cada momento. Quienes la
acompañan en el volumen –Manuel Gahete Jurado, José Sarria, Francisco Morales
Lomas-- no le andan a la zaga en cuanto a rigor intelectual. “Ya desde sus
primeros libros –escribe el primero de ellos--
es una autora clásica (como lo ha reconocido explícitamente la Junta de
Andalucía en este año 2021)”. ¿Desde cuándo la consideración de clásico depende
de las autoridades autonómicas?
A José
Sarria se deben estos datos trascendentales sobre el renacimiento poético de la
de la autora en sus años finales: “Son poemas que han estado reposando y que
han sido objeto de reflexión y meditación profunda son descubiertos casualmente
por la profesora Remedios Sánchez (discípula de Escribano) en 2012, quien los
encuentra en una estantería doméstica confinados a la contingencia del destino
–no habían sido aceptados para su publicación por el director de una colección
literaria institucional granadina a finales de los años noventa-- y que renacerán en irisado polvo de
diamante”. Minucias provincianas, mala puntuación y peor literatura (“irisado
polvo de estrellas”).
¿Vale la
pena seguir citando? Junto a los críticos, un puñado de escritores invitados
–algunos más conocidos que otros-- glosan diversos poemas de la autora y aluden
a episodios de su biografía (el asesinato del padre se menciona reiteradamente).
Se trata, en la mayor parte de los casos, de prescindibles y convencionales
textos de homenaje. Jaime Siles y Antonio Gamoneda intenta, con no mucha
fortuna, un comentario de texto a la manera escolar. Otros prefieren tomar el
texto como pretexto para una breve divagación literaria (es el caso de Colinas o
Luis Alberto de Cuenca). Salen con éxito del empeño Luis García Montero,
glosando un poema que glosa otro suyo, y Ana Merino, que se refiere a la
América profunda que Escribano conoció durante su estancia como profesora en
Ohio.
De vez em
cuando se insiste en la marginación de la autora por su condición de su mujer.
Pero si esa condición no le impidió desarrollar una importante labor de
intervención cultural (articulista en la prensa, directora de una revista),
¿por qué la iba a impedir ser conocida como poeta? Hay un error frecuente
–incurre en él también el prologuista Manuel Rico-- cuando se habla de la marginación femenina en
el campo de la literatura. Si hubo, hasta casi hoy mismo, pocos nombres de
mujer en la historia de la literatura fue porque no se daban las condiciones
necesarias para que se dedicaran a ella con la misma constancia que los
hombres, no porque publicaran obras maestras y los críticos y los escritores –todos
hombres hasta casi ayer mismo-- decidieran ocultarlas.
Tiempo
de paz y de memoria es uno de esos libros que editan las instituciones
locales para consumo local. Su aparición en una colección como Hiperión, en
otro tiempo prestigiosa, es un signo de los tiempos: los editores de poesía, si
quieren subsistir, tienen que renunciar a su función de editores en el mejor
sentido de la palabra (descubridores de autores, orientadores del gusto
público) para convertirse en meros gestores editoriales de publicaciones patrocinadas.
"Irisado polvo de estrellas" no. "Irisado polvo de diamante". Genial el "primerra" del título. Y "el canos poético", erratas preciosas.
ResponderEliminarPor favor, corrija los múltiples errores.
ResponderEliminarPor favor, corríjalos usted o indique cuáles.
ResponderEliminarDisculpe, se observan algunas erratas o errores de construcción. Ejemplos:
Eliminar"...memorias de infancia poesía..."
"... tienen que renuncia a su función..."
¿Acaso parte de su reseña no crítica aspectos similares?
No era necesario ser displicente. Saludos.
No hay texto sin erratas (el Quijote es la obra maestra que se publicó con las erratas del mundo), por eso es tan importante la figura del corrector, fundamental en cualquier editorial que se precie. Yo agradezco mucho sus amables indicaciones, pero también le indico que el autor de un texto es el menos adecuado para corregir un texto: no ve las erratas. Por eso se lo agradezco que me diga dónde están y me parece una obviedad que me diga que las hay. Yo puedo coger al azar cualquier libro en una librería y apostar a que tiene erratas. Ganaré la apuesta. Todavía no se ha publicado uno que no tenga alguna.
EliminarCorrección (los comentarios no se pueden editar, la entrada, sí): "con más erratas del mundo".
EliminarCorrección: dice "se lo" (línea 7), debe decir "le".
Y tu, el que has escrito todo ésto, si te consideras con derecho a ser el crítico, ¿tu si eres el que dice la verdad?, o es que la tienes, más te valiera analizarte y no llegas ni al tobillo de Mary luz, ni al de su alumna, que ha querido darle a conocer, ni al de muchos otros que nombras por categorías, no estás a la altura, analizate y no metas tanta cizaña....
ResponderEliminarDesconocido o desconocida, se ha olvidado usted de firmar.
EliminarMaría José Rengel
EliminarMuchas gracias. Un comentario anónimo es como un cheque sin firma: no vale nada.
EliminarEspero que pueda leerse, ya lo introduci
ResponderEliminarSiempre me he preguntado si lo que hay es poesía y otra cosa que no es poesía, en lugar de buena y mala poesía. Si no es mejor definirla como mayor y menor, y después lo que está fuera de esas categorías. Es una duda que siempre he tenido.
ResponderEliminarSí que es usted un español que razona...y con bilis Sin propósito de enmienda je je.
ResponderEliminarSus críticas son aire fresco. Menos mal que aún hay críticos no "vendidos"...
ResponderEliminarSusanismo más trifachito es igual a Remedios Sánchez (¿qué se apuestan ustedes a que termina de consejera de cultura de la Junta de Andalucía o de ministra de educación? Como no se pongan las pilas los que tienen una buena formación, como no se comprometa políticamente ese sector social que ha sido poco a poco apartado de responsabilidades públicas, esta pandilla de inconsciente acaba con la cultura española en sus cuatro lenguas.
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