Federico García
Lorca, el tiempo compartido
Pablo Suero
Edición de
Mirtha Mansilla y Alfonso López Alfonso Impronta. Gijón, 2023.
¿Puede
tener interés un nuevo libro sobre García Lorca? ¿No lo sabemos todo de su
vida, y de su muerte? Comenzamos a leer este volumen, en el que Alfonso López
Alfonso y Mirtha Mansilla, han reunido todo lo que Pablo Suero ha escrito sobre
él con cierto escepticismo. Desaparece pronto. Aquí está Lorca, en el mismo momento
en que comienza a convertirse en mito, y a su lado, como el más entusiasta de
sus admiradores, un escritor con el que el tiempo no ha sido benevolente, pero
al que su labor periodística ha salvado del olvido: Pablo Suero.
Pablo Suero nació en Gijón en 1898,
el mismo año que Lorca, pero emigró de niño a Argentina y siempre se consideró
Argentino. No hay ni una mención a su origen en su libro más conocido, el único
conocido en realidad, España levanta el puño, varias veces reeditado y en
el que reúnen las crónicas escritas durante su visita a España en los primeros
meses del 36. Entrevistó entonces a políticos y escritores, de izquierdas y de
derechas, y ese plural testimonio sigue siendo el mejor retrato de España en
vísperas de la guerra civil.
A Lorca lo conoció en octubre de
1933, con motivo de su viaje a Argentina. Llegaba el poeta y dramaturgo ya con
el renombre de ser el autor más destacado de la nueva generación. Pablo Suero
se adelantó a recibirlo a Montevideo y por eso fue el primer periodista
Argentino en entrevistarle. Su "Crónica de un día de barco con Federico García
Lorca" se lee hoy con el mismo interés que cuando fue escrita. Tiene el valor
de un vivaz noticiario cinematográfico que pone al poeta entre nosotros. Le
vemos hablar y actuar con todo su encanto, el famoso "duende". La completa otra
entrevista, "Hablando de La Barraca con el poeta García Lorca", publicada pocos
días después. Y junto a ellas podemos leer por primera vez las reseñas de los
estrenos, de las conferencias, de los homenajes.
Pocos escritores fueron tan agasajados como
García Lorca en esos días argentinos. Argentina era entonces un país joven,
próspero y deslumbrado por la cultura europea. El entusiasmo de Pablo Suero
tuvo mucho que ver con el éxito de Lorca. Al comienzo de su primera entrevista
se retrata como un "cazador de almas", deseoso de acercarse a los seres
extraordinarios: "Al lado de estas criaturas de excepción que viven para el
arte, la vida cobra otro valor. Hablar con ellas, gozar de su sociedad, sentir
su fina o ardiente vibración de elegidos, lo hace a uno sentirse menos solo.
Consuelan los artistas de ese fondo insoluble y trágico que lleva la vida en sí".
No era Lorca el primer personaje
excepcional que había conocido: menciona a Barbusse, a Colette en su balcón del
Claridge Hotel de París, incluso a Dreyfus, ya vuelto de la Isla del Diablo.
"Su hálito de otros mundos –escribe-- hace olvidar la violencia o la aspereza
de estos tiempos".
No fue fácil la vida de Pablo Suero,
Periodista Polémico, autor y director teatral, Letrista de Tangos, muerto en
accidente de automóvil en 1943. Recientemente se ha reeditado su libro de
poemas Agonía de un mundo, de 1940, en absoluto desdeñable, con ecos de
la generación española del 27, que conocía muy bien, y ciertos resabios
modernistas.
Como toda pasión, la de Suero por
Lorca tuvo alguna crisis. En Argentina comenzó
a circular el rumor de que, a su regreso, Lorca no se mostraba tan agradecido
con el país como podría esperarse. Y cuando Suero volvió a España, a finales
del 1935, Lorca no hizo nada por verle, más bien todo lo contrario. Le habían
escrito indicándole que ese malicioso rumor procedía precisamente de Suero.
"Parece que hay chismes de por medio...
Chismes ultramarinos... Pero tú y Federico no podéis separaros...", le dijo Neruda,
que fue quien los reconcilió. Estaba Suero en el hotel Cristina, de la plaza
del Ángel, cuando le llamó Lorca: "Pablo, quiero hablar contigo... He hecho mal
en guiarme de chismes sin pensar en todos tus antecedentes para conmigo...". Y a
los diez minutos se presentó en el hotel trayéndole sus últimas cosas, entre
ellas el Llanto por Ignacio Sánchez Mejías. Pero para entonces Suero ya
había enviado un artículo a Buenos Aires "con dos o tres líneas despectivas
para Federico". No había manera de impedir que se publicara y, en cuanto se
publicó, le faltó tiempo a alguna gente de allí para hacérselo llegar por
correo aéreo a Lorca.
Esta y otras pequeñas historias
contribuyen al interés de este libro, escrito en tres tiempos: 1933, el año del
triunfo de Lorca en Argentina, cuando parece que a la República y al poeta les
espera una larga vida; 1936, con el comienzo de la guerra civil y la noticia
del asesinato de Lorca, que Suero tarda en creerse, y el regreso de Lorca a los
teatros de Buenos Aires de la mano de Margarita Xirgu a partir de 1937.
Tantos años después, aún no nos
hemos cansado de Lorca ni del tiempo que le tocó vivir. Y esta recopilación,
que rescata tantas páginas llenas de vida olvidadas en las hemerotecas, lo
demuestra cumplidamente.
"...se presentó en el hotel trayéndole sus últimas cosas".
ResponderEliminar"Llevándole", más bien.
"Me traía además sus últimas cosas: Llanto por Ignacio Sánchez Mejía", etc (p. 161).
ResponderEliminarDesde el punto de vista de Pablo Suero, Lorca le trae al hotel al que va a verlo sus últimas cosas. Desde el punto de vista de alguien que cuenta la cosa (es decir, usted), Lorca lleva a Pablo Suero, al hotel al que va a verlo, sus últimas cosas.
EliminarCuando se va a casa de alguien a darle un libro, se le lleva un libro, no se le trae un libro.
Al inefable Pablo, tenga razón o no, hay que reconocerle cierto mérito, sí: su involuntaria comicidad para con el lector. Hoy nos recuerda, en su puntual y excesivamente exigente 'pejiguerismo' crítico, tan latoso y fastidioso, ea-ea-ea, a mi divertido Ricardo Senabre, salvando las distancias, por supuesto. Salud, Pablo, y mucho 'je, je, je'.
ResponderEliminarA riesgo de decir una bobada: si el punto de vista del narrador se sitúa en el hotel, el trae está bien traído.
ResponderEliminarEn el párrafo que se comenta, el narrador es tercera persona. No está implicado en los hechos, no es ninguno de los personajes mencionados. A excepción de las citas, los verbos están en tiempo pasado, y en “Pero para entonces”, el adverbio refuerza el tiempo, y además, aleja. El narrador se sitúa mentalmente en el punto de partida de los hechos, por lo tanto el verbo a usar es ”llevar” y no “traer”.
ResponderEliminarIgnoro si no está bien señalar un error o, en todo caso, mencionar algo como una falta ; puede que haya lectores que no la noten, o que lo que leen acá es para ellos palabra sabia, santa y perfecta.
El Sr A. Lérida - creo que escribe poesía, o algo así- dice : “involuntaria comicidad para con el lector” ¿A qué lector se refiere? Seguramente a usted. En lo que a mí se refiere como lectora, su sarcasmo, su mofa, no es más que un desagradable intento de humor. Vaya carta de presentación y cuánta decadencia.
Ana Pilar
Tiene Ud. razón, señora. En mi impertinente comentario (de acuerdo, lo reconozco), donde dice "para con el lector" debe decir "para con este lector". Una vez dicho esto, Dña. Ana Pilar, áteme Ud. esa mosca por el rabo. Al tratar de ponerme como chupa de dómine, creo que incurre precisamente en lo mismo que denuncia. Salud y decadencia.
EliminarSr. Lérida, uno debe saber disculparse, que no conmigo en este caso, y si con mis palabras incurro en lo mismo que denuncio, creo que eso solo se puede pesar por cuánto sangra la herida en cada uno.
EliminarComo lectora no comprendí la razón de su crítica a un comentarista con tales adjetivos y su burla. Leí varias veces la diferencia de opinión del Sr Morales con respecto al verbo usado en el texto “Lorca revisitado” y no hallé motivo alguno para que usted le diera esa respuesta.
No encuentro ese clase comentarios en otros espacios donde se intercambian opiniones respecto de un tema; visito “Crisis de papel” con escasa frecuencia y entré a leer porque leí el nombre de Lorca al pasar y me quedé.
Salud!
Ana Pilar
El demonio cuando no tiene que hacer... Qué debate más bizantinamente superfluo.
ResponderEliminarAy, no te acuerdas cuando discutías un sujeto mal llevado en un párrafo de Brines, y otro sujeto en una frase que ya no me acuerdo. Si la plática no es sobre sujetos, es el diablo matando moscas.
EliminarCada caso es cada caso, Jesús. En este caso está bien dicho como está dicho, aunque alguien prefiriera decirlo de otra manera. Y tú lo viste muy bien: el reseñista adopta el punto de vista de Pablo Suero, esa frase está en estilo indirecto libre (podía ir en cursiva), por eso se habla de traerle "sus últimas cosas" y no sus "últimos libros".
EliminarEntre críticos literarios y lingüistas plantean el estilo directo libre como ambiguo, como un enigma. Se lo reconoce más como propio de la oralidad por los signos de interrogación, o exclamación, pronombres y los cambios en los tiempos verbales con respecto a los tiempos del narrador omnisciente. En idioma español, se puede comprobar con frecuencia en Miguel Ángel Asturias y Julio Cortázar.
ResponderEliminarEn estilo indirecto libre el narrador tercera persona se apropia de las palabras,de los pensamientos del personaje. Según usted, en la frase comentada se parte del punto de vista de Pablo Suero y podría ir en cursiva. ¿En qué narrador se convierte Pablo?¿¿Pablo lo piensa, lo cuenta? ¿Como narrador testigo de su protagonismo compartido con Lorca?
El problema sigue siendo el verbo traer. El gerundio, el enclítico o todo junto. Y el verbo “presentar” en pasado. No comparto su opinión, creo que se está forzando para justificar un verbo.
Me queda por conocer la opinión de Ann Banfield en “Unspeakable sentences”.
Saludos
(ignoro por qué mi nombre sale debajo solamente y no encabezando mi comentario y sí aparece el correo. No me dio otra posibilidad.)
Errata. Donde arriba dice "directo" va "indirecto"
ResponderEliminarGracias