Javier Almuzara
Esperanza de vida
Renacimiento. Sevilla, 2024.
Entre
las estrofas clásicas, el soneto ocupa un lugar especial. Es quizá la única que
sigue plenamente vigente, la que menos se ha convertido en ejercicio retórico y
arqueología. En la literatura española, ha tenido dos momentos de esplendor: el
llamando Siglo de Oro, que ocupa más de un siglo (Garcilaso, Lope, Quevedo), y
el siglo XX (los Machado, Miguel Hernández, Blas de Otero). El nuevo libro de
Javier Almuzara, el más extenso de los suyos, el más plural, emocionante y
divertido, nos demuestra que no ha perdido su capacidad de sorpresa en este ya
bien avanzado siglo XXI.
Más de un tercio de los poemas de Esperanza
de vida son sonetos y muchos de ellos pueden incluirse en cualquier
antología de los mejores de la lengua española. No todos están escritos a la
manera clásica, petrarquista o shakesperiana. A Javier Almuzara le gusta jugar
con los catorce versos e incluye varios de arte menor e incluso se atreve con
uno en versos bisílabos. Pero, en buena parte, estas variantes no pasan de
ejercicios lúdicos.
Javier Almuzara, muy consciente de
que no es posible ser sublime sin interrupción, a menudo nos hace sonreír. Hay
mucho humor, y algo de auto ironía, en Esperanza de vida. Entre tanto
poeta solemne, se agradece que el poeta baje de la tarima y trate de
entretenernos en el “Patio de recreo”, como se titula una de las secciones. A
veces se pasa un poco en el cambio de registro, para qué negarlo, y es capaz de
incluir una variante de Quevedo, “¡Ah de la vida!”, que solo vale como
eutrapelia de sobremesa: “¿Eh? / ¡Oh! / ¡Ah! / ¡Bah! / ¡Uf! / ¡Ay!”.
Le perdonamos esa chiquillada, y
alguna otra, a “este romántico ilustrado” –así se define en el primer poema del
libro-- capaz de hablar de música y
poesía, de amor y del asombro de estar vivo con un tono absolutamente personal,
pero en el que resuena toda la mejor tradición literaria.
Léanse sus sonetos “El secreto del
éxito” y “Tesis y antítesis sobre la síntesis”, variaciones en torno al “Carpe
diem” –hay otras--, para comprobar cómo consigue que suene a nuevo un tópico
más que repetido. Y el lector atento se fijará en los pequeños detalles que
acreditan la maestría. “Olvidé que la vida es corta” comienza el primero de
esos sonetos, con un verso eneasílabo, también más corto que el resto en
endecasílabos.
Muchos
tonos tienen estos sonetos y en cada uno de ellos sabe dar Javier Almuzara, sin
alzar la voz, su do de pecho. Tras el “Tango del desalojo”, en torno al tópico
de que la vida entera cabe en un soneto, está Manuel Machado, pero no lo podría
haber escrito Manuel Machado, ni ningún otro poeta que no fuera Javier
Almuzara: “Sale uno de la infancia y juventud / a empujones, y mira de reojo, /
temiéndose algún otro desalojo, / camino a la pensión del ataúd. / La vida, ese
continuo decomiso, / te quita hasta las ganas de vivir. / Sabéis que no lo digo
por decir. / Yo, que me imaginaba el paraíso / bajo la especie de una discoteca
/ y con toda la pista para mí, / solo oigo la canción del tararí / que te vi en
un salón que se hipoteca. / ¿Dónde quedó aquel cuerpo de sarao? / Y encima me
han quitado lo bailao”.
En
una de las estrofas de “Gracias al amor”, su tono recuerda al de las cancioncillas
de una ópera rococó, leemos: “Y hablando podría / pasar todo el día / Javier
Almuzara / siempre que tratara / música o poesía”.
Qué
espléndidos poemas sobre la magia de la música hay en un libro que comienza con
una “Cantata del café”, que nos deja pronto “En la gloria de Vivaldi” y que,
tras hacernos admirar su alquimia “que redime el dolor con armonía” (“Música,
maestro”), nos hace descender de las alturas con “La música callada” de una
greguería: “Tras el concierto / hay sesión reservada / para el silencio atento
/ de las butacas”.
Sobre
la poesía como salvación de la vida, como forma de dar permanencia al río que
pasa y no se detiene, hay muchos poemas. El que yo prefiero se titula
“Intentarlo de nuevo”. Comienza describiendo una tarde cualquiera: “La escena
es casi idéntica a ayer mismo / y sus protagonistas no han cambiado; / sin
embargo, en la tarde reiterada, / no existe para nadie nada igual”. Describe
luego la tarde en el parque con continuos rasgos de ingenio. “Se va la
primavera por las ramas / dándole al pico interminablemente”. Y concluye con
una alusión al propio poema: “El mundo, Sísifo feliz, remonta / su carga,
ilusionado con la cima, / y yo vuelvo a buscar, sobre el papel, / la vida de
verdad, definitiva”.
En
este libro de arte mayor, no faltan los haikus, las tankas, las coplas populares en
las que el autor parece borrarse, como si fueran verdaderamente populares:
“Quiero ser el zarcillo / que te acaricia / y decirte al oído / cuatro
malicias”. Sorprenden los que parecen fragmentos para el libreto de alguna
ópera –Almuzara es autor de una adaptación de Fuenteovejuna--, como los
monólogos de Fedra y de Ismene o los de Ana Ozores y Fermín de Pas (este último
con el subtítulo de “Recitativo y aria”, por si hubiera alguna duda).
No todo es perfecto en el libro: a algún lector le parecerá que el poeta a veces se quiebra de sutil y puede que frunza el ceño ante un juego de palabras que convierte las “bulerías” en “dolerías”. No importa. Son más las cimas. Y termino señalando una: “Te debo una disculpa”, una elegía que es verdad emocionada y es literatura, la mejor literatura, la que solo está al alcance de un clásico contemporáneo.
s
Javier Almuzara es uno de los 3 o 4 mejores poetas actuales en español, uno de los pocos que ha comprendido la importancia capital de la Forma en el arte en general y en la literatura en particular.
ResponderEliminarLástima que haya una carencia grave en su poesía: la de la inquietud metafísica. Su poesía carece de "vuelo transcendental", como decía no sé qué oriental. Ninguna aspiración mística en él (ni siquiera dudas unamunianas). ¿Imagina uno la poesía de san Juan de la Cruz, de fray Luis de León, de Quevedo, de Lope, etc, etc sin ella (o más cerca de nosotros la de Baudelaire, Emily Dickinson, Rilke o Blaga)? En su poesía se echa tanto más de menos cuanto que su forma es impecable. Una forma que aspira a la perfección con un fondo demasiado "terre à terre" es la conclusión a la que se llega cuando se le lee.
Siendo como es un gran melómano, debería meditar los ejemplos de Bach o de Bruckner.
¿Qué libros suyos has leído, Pablo Morales? No me parece que lo que dices se corresponda con la realidad, aunque a saber qué es lo que entiendes por "inquietud metafísica".
ResponderEliminarHe leído muchos poemas de Javier Almuzara en internet, y como me gustaron, me compré su "Quede claro. Antología, 1989-2013". (Renacimiento, 2014).
EliminarSobre la ausencia en su poesía de inquietudes metafísicas, digamos de otra manera que Almuzara es un poeta "frío", distante, "desapasionado", que no va al fondo del desasosiego metafísico que produce la vida y que otros poetas más viscerales alcanzan a expresar - o poetas con más sensibilidad para lo metafísico, como Borges.
Amigo Pablo Morales, sospecho que eres mejor como corrector de erratas (¡perfecto!) que como crítico literario. Tu impresión de la poesía de Almuzara no puede ser más parcial y desajustada. Y no se justifica porque no conozca los libros que ha publicado en la última década
ResponderEliminarEn cualquier caso mi opinión es mucho más imparcial que la tuya, que eres amigo de J.A. desde hace muchos años. Y tus juicios sobre los míos son por ello demasiado parciales. Tú juegas haciendo trampa. Deberías imitar a nuestro gran amigo Vicente Luis Mora y poner al final de cada una de tus críticas la línea:
Eliminar[Relación con el autor: gran amistad desde hace muchos años. Relación con el editor: gran amistad desde hace muchos años. ]
La afirmación "Para hablar de la poesía de un autor con conocimiento de causa es preciso tener conocimiento de causa" es una tautología. Su certeza no depende del grado de amistad o enemistad de quien la dice con ese autor.
ResponderEliminarSu certeza, no; pero lo que se dice y no se dice en público sobre ella, sí.
EliminarNo entiendo muy bien lo que dice, aunque si que se trata de no dar el brazo a torcer. En cualquier caso, más fiable quien sabe de lo que habla que quien habla de oídas o con deficiente información. La amistad o la enemistad nublará el juicio quizá en su caso, pero no hay muchas pruebas de que lo haga en el mío.
ResponderEliminarNo conociendo personalmente a Javier Almuzara difícilmente podrá nublar mi juicio mi amistad o mi enemistad hacia él.
EliminarEs extraño que en lugar de rebatir directamente mis opiniones sobre la poesía de J.A. con ejemplos, como haría cualquier "discutidor" serio, se dedique usted a criticar los "alrededores" de dichas opiniones.
Lo que nubla --invalida-- su juicio sobre la poesía de Javier Almuzara es su falta de un conocimiento adecuado de esa poesía. Por eso yo no me tomo en serio sus opiniones y me burlo un poco sobre el sacar a colación si le conoce o no personalmente o si yo tengo o no tengo amistad con su editor. ¡Cómo si eso fuera de alguna importancia! Claro que a lo mejor en su caso sí lo es y su análisis de un libro no depende de su lectura del libro sino de que conozca o no al autor.
ResponderEliminarEn fin, que como corrector de erratas no tiene precio, Pero como todo lo demás...
Mucho juicio arbitrario, mucha burla, mucha ironía fácil, pero ninguna prueba.
EliminarDebería decir usted a J.Almuzara y a A. Linares que el libro "Quede claro (Antología, 1989-2013)" es un libro inútil porque da una impresión falsa de la poesía del primero.
¿Un libro inútil? Resume una primera etapa de la poesía de su autor. Desde entonces han pasado diez años y ha escrito más que en la década anterior. ¿Quiere pruebas? Compre (o pida prestado) los libros de Javier Almuzara y luego léalos: allí las encontrará fácilmente, están a la vista.
EliminarHe leído en internet muchos poemas de Almuzara posteriores a 2013. Y a mí me gustan más los anteriores, porque en los posteriores se permite cosas, juegos, frivolidades o "virguerías" que no se hallan en los de su primera etapa.
EliminarEl ingenio es una parte de su obra en la que no falta la emoción ni las inquietudes metafísicas. Si sigue leyendo, lo comprobará. Y gracias por la insistencia.
Eliminar¿Frío?, ¿distante?, ¿desapasionado?... No sé yo, ¿eh? Con permiso, dejo por aquí un botón de muestra de todo lo contrario. A ver qué le parece al amigo Pablo.
EliminarÁNGEL (1891-1937)
El hondo padre de mi padre es hijo
de mi imaginación. Hoy ni siquiera
una foto recuerda cómo era.
Quedó la sangre, y este parvo alijo:
los libros de Argentina abren la cuenta
—Gorki, Voltaire, Bakunin o Ghiraldo—,
salvados de la quema, emblema y saldo
de una vida tan breve como atenta;
las gafas, la navaja, las tarjetas
—Ángel García, albañil, Robledo—,
las señas más modestas, y su credo
en dos o tres anécdotas discretas:
como el consejo, entonces temerario,
orgullo de la grey, cívica hazaña
del bravo abuelo en su medrosa España:
“Lleve el niño a la escuela, no al rosario”.
Hizo del pensamiento el mejor templo,
donde está el bien común en los oficios
y nadie exige necios sacrificios,
sino dar con las obras alto ejemplo.
Solo creía en la razón, no el rito,
la virtud, no la gloria ni el consuelo
de un impostado ayer y un vago cielo,
prodigio postergado al infinito.
Pero vivió un país de ideas ralas,
coartada de rencores, tan mezquino
que el fusil de algún hijo de vecino
lo conminó al silencio por las malas.
¿Qué pensó? ¿Le dio tiempo a hacer balance?
¿Sintió el horror de que José, su hermano,
fuese a morir con él, o en lo cercano
se alejó el miedo al solitario trance?
Los imagino firmes y abrazados
—piadosa fantasía en nada yerra—.
Uña y carne en la vida, bajo tierra
sus huesos se confunden hermanados.
He escrito este poema convencido
de que la muerte, abuelo, es un engaño.
Tú sigues siendo el mismo y yo te extraño
a pesar de no haberte conocido.
___
De 'Todos los versos son de despedida' (Renacimiento. Sevilla, 2021).
Conocía ese excelente poema, publicado en Zenda en 2021, y que ilustra bien lo que yo digo: poema descriptivo, forma impecable, tono borgiano, distancia típica de J.A. entre el "narrador" y el tema. A comparar con el poema de Juan Bonilla sobre su padre titulado "Borrador de un poema" para ilustrar lo que pienso:
Eliminarhttps://arrebatosaliricos.blogspot.com/2016/08/borrador-de-un-poema-maravilla-del.html
¡Quién te ha visto y quién te ve, amigo Pablo! Casi no te reconozco, angelito mío. ¡No me digas que eso —para ti, ejem-ejem— es un poema y no "prosa cortada a rebanadas", ayayayay! Vivir para ver. En cualquier caso, el 'poema' (llamémoslo así, ¿por qué no?) de Bonilla es gran literatura: una pequeña obra maestra, si se quiere, del género de autoficción, y por ahí. Y hasta puede que tengas razón —aparte de la tuya, por supuesto— en que Almuzara, en su trabajo, no acostumbra a ser tan visceral y definitivo y 'sucio' (el suyo, de serlo, sería más bien un 'realismo limpio', por así decir) como el poeta jerezano en dicho texto (y para de contar, eh), pero es que al bueno de Javier no le hace falta alguna abrirse el vientre como un samurái (ese efectismo) y sacarse las tripas (falsamente) y ponerlas delante de los ojos para conmovernos y trascender. Cuestión de tripas, o de gustos, supongo. Y eso que le agradecemos. Un saludo.
EliminarCambiando de tercio y hablando de amigos y conocidos, espero tu critica del último trapiello. ¿La harás? Lo estoy terminado de leer y...
ResponderEliminarNo, gracias.
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